¡Cristianos, salgan del closet! (4)
La vida cristiana en tiempos líquidos y moral borrosa
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 140
La tercera aceptación es la del carácter hermenéutico de la vida de
fe. Para el NT es claro el hecho de que el
creyente debe desarrollar la capacidad de discernimiento o la conciencia
crítica. Discernir es saber distinguir entre lo blanco y negro, lo amarillo y
rojo, lo bueno y lo malo, lo conveniente e inconveniente. Pero esta capacidad
no nos llega por osmosis sino que
debe ser educada, instruida y adiestrada (Heb 5:11-14). “La práctica hace al maestro”,
dice el adagio popular y “el puente entre el saber y el no saber es lo que
experimentamos y comprendemos, no lo que nos dicen o lo que creemos”[1].
Lo que creo es que el cristiano hoy es ingenuo, de pensamiento débil y blando:
ha elegido “llevar la fiesta en paz”, no se indigna, no protesta, se adapta o
se esconde. En el “mejor de los casos” es reaccionario y doble moralista: como
lo decía al principio… se escandaliza con la corrupción sexual pero apoya la
corrupción política. Protesta en la calle contra la adopción homosexual pero no
propende por el bienestar del proyecto heterosexual. Adora a Dios el domingo
pero se postra ante la estatua de Nabucodonosor de lunes a sábado, pues su fe
no resistiría el paso por “el horno de fuego”. Como lo diría Alex Sampedro: “tengo
una Biblia que no habla, un crucifijo que no salva, una fe que se cansó de las
montañas… tengo oraciones sin sujeto y he predicado tantas veces en el valle de
los huesos pero… tengo noticias sin oyentes, tengo pacientes esperando el
milagro de los peces pero… tengo la red averiada y el vino es vinagre y el pan
no sabe a nada”. Urge, si queremos vivir una fe “fuera del closet”, recuperar
la capacidad de discernimiento y abandonar la ingenuidad. Urge tomar conciencia
del indicativo cristiano (lo que pasó en la cruz) y el imperativo de la fe (lo
que debe pasar en nosotros). Urge tomar en serio lo que Freire llamó la “dinámica
de la concientización”[2].
He aquí algunas pautas.
Quisiera
empezar con un mal entendido respecto al discernimiento: algunos creyentes
piensan que el discernimiento es un acontecimiento místico que acontece en un
momento de oración o ayuno en donde el cristiano se concentra y de golpe le
viene la “revelación divina” frente a eso o aquello. La verdad es que el discernimiento
vendrá siempre por “mediación hermenéutica”; esto quiere decir que Dios nos dio
capacidad pensante, nos dejó su Palabra, la iluminación de su Espíritu y nos ha
puesto en escenarios culturales y sociales específicos y, con todo esto podemos
entonces hacer la tarea del discernimiento. Ahora
el discernimiento del que hablo tiene una dimensión interna (hacia dentro de la
iglesia) y otra externa (hacia el mundo). El apóstol Pablo nos ayuda a
pensar un poco en lo interno cuando le escribe a los Tesalonicenses. Les dice
que no sean ingenuos, que sometan todo a un examen (1 Tes 5:21). Aquí el apóstol
rechaza tanto la credulidad ingenua como el recelo cínico (Cp. Hech 17:11). Juan también nos da pautas para el discernimiento cuando
nos invita a someter a prueba los espíritus o movimientos (1 Jn 4:1). Juan nos
invita a la sospecha como sello de la verdadera fe; porque la fe también duda. Lastimosamente
estos son mandamientos olvidados hasta el punto de que miramos con desdén a
aquellos que los ponen en práctica y hasta los tildamos de ser “menos
espirituales”. Nos olvidamos que la fe está sujeta también a la perversión y a
la corrupción.
Respecto a la dimensión externa del discernimiento,
Pablo también nos ayuda. El apóstol habla del criterio de la “desadaptación”
(Rom 12:1-2) y el criterio de la “protección
o armadura” (Ef 6:10-20). En el primero nos invita a ser desadaptados respecto
al mundo que intenta formatear todos los días nuestra mente y determinar
nuestra conducta. En el segundo nos invita a vestir la armadura, a tener
conciencia de guerreros y a pelear por la verdad, la justicia y la salvación. No
es, como decía al principio con actitudes reaccionarias sino con acciones
cotidianas que encarnen lo que somos y creemos. Una fe que no se postra ante la
estatua de Nabucodonosor y que no es seducida por la música de sus instrumentos y
la voz de sus publicistas. Una fe que resiste, que protesta, que discierne. Termino,
por ahora, con la letra de la canción “si n o llenamos la tierra” de Santiago
Benavides: “Si nosotros no anunciamos la esperanza será el líder de nirvana el
que ejemplo les dará, Si nosotros no cantamos de pureza Daddy Yankee con Don
Omar sus hazañas cantaran, si nosotros no les damos testimonio será Laura en
América a la que escucharan, si nosotros no exaltamos la modestia será Silvio
Berlusconi el que los inspirara. Si no llenamos la tierra con la vida de Jesús,
Entonces la oscuridad se disfrazara de luz. Si en nosotros no está viva la
inocencia Lady Gaga estará a cargo de la educación sexual, Si nosotros no
hablamos sabiduría de seguro Justin Bieber el filósofo será, Si nosotros no
vivimos diferente MTV seguirá siendo el modelo de virtud, Y entre el patrón del
mal y Factor X alimentaran los sueños que tendrá la juventud. Si nosotros no escuchamos
sus angustias ahí están los del zodiaco listos para aconsejar, si ellos no
bastarán, los profetas que se lucran con palabras que acaban de inventar. Si a
nosotros no nos duele la injusticia Será batman el modelo del más justo
proceder. Si nosotros no sabemos evangelio buscarán sabor a cielo viendo porno
en internet”. ¡Cristianos salgan del closet! Fin.