Bibliología I
Tres clave para la lectura de la Biblia
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 54
Para el creyente la
convicción de la “Biblia como Palabra de Dios” es innegable y está fuera de
toda discusión. Más aun, para el cristiano hijo de la reforma la sentencia sola scritura recoge la verdad de que la Biblia es fuente primera y última
de instrucción, reflexión y acción. Martín Lutero, el gran reformador, frente a
la dieta en Worns se sintió persuadido por la Palabra de Dios hasta el punto de
afirmar: “a menos que se me persuada por testimonios de las Escrituras o por
razonamientos evidentes, porque no me bastan únicamente las afirmaciones de los
papas y de los concilios, puesto que han errado y se han contradicho a menudo,
me siento vinculado con los textos de la escritura que he citado y mi
conciencia continúa cautiva de la Palabra de Dios. Ni puedo ni quiero
retractarme de nada, porque no es ni seguro ni honrado actuar en contra de la
propia conciencia”[1].
Sin embargo a pesar de la convicción aquí expresada todo cristiano enfrenta
dificultades cuando se encuentra con el texto Bíblico. Estas pueden ser
variadas y en distintas dimensiones. Por esto propondré aquí tres clave para la
lectura de la Biblia y poder sacarle así mejor provecho[2],
superando algunas dificultades que se presentan en su lectura.
En primer lugar considero que la Biblia debe leerse en clave existencial. Esto quiere decir que
la Biblia tiene un mensaje para el “individuo” aquí y ahora. Que las historias
y personajes que la Biblia muestra son finalmente retratos de todo ser humano
en cualquier parte de la historia. Leer la Biblia es ser leído por ella y ser
convocado a una decisión. Cuando el salmista dice: “lámpara es a mis pies tu
palabra y lumbrera a mi camino” (Salm 119:105), está diciendo que su
existencia, su andar (camino) está siendo “agendado” por la Palabra de Dios.
Ahora, es cierto que hay textos que no aplican para el creyente hoy, algunos de
ellos han sido gastados y cumplidos por la llegada de Cristo; pero esta
declaración, supone ya, una aplicación. También es verdad que muchos creyentes
se sienten desinflados cuando se acercan al texto Bíblico y lo notan distante.
Para esto entonces es necesario leer el texto en “clave existencial”; es decir,
leyendo consiente de que el texto trata de mí y mis circunstancias.
En
segundo lugar sugiero que el texto Bíblico debe leerse en clave de libreto. Esta pauta, sacada del mundo del teatro, nos dice
que la lectura de la Biblia conduce a una forma de actuar en particular. La
Biblia es un libreto (guión), los lectores son protagonistas no simple
espectadores de una obra, el mundo es el gran escenario y Dios el gran
dramaturgo. Pedro Calderón de la Barca, dramaturgo español, lo estimó así con
su obra teatral: “el gran teatro del mundo”. En el citado drama de Calderón, Dios es el director y el mundo es
el escenario; en este, cada persona que llega a la existencia recibe el
vestuario correspondiente al papel que se le ha asignado. Por su parte al
apuntador, anima a cada actor a hacerlo bien, porque Dios es Dios[3]. Al
apóstol Pablo al escribirle a Timoteo plantea lo que venimos afirmando cuando
expresa: “toda Escritura es inspirada por Dios y es útil para… a fin de que el
hombre de Dios sea maduro, preparado para toda buena obra” (2 Tim 3:16,17).
Notemos como el acercamiento a la Escritura
propone un marco para la acción. De esta manera el estudio de la Biblia
no promueve el “quietismo”, sino que nos convierte en protagonistas de un gran
drama.
Y
en tercer lugar sugiero que la Biblia debe leerse en clave cristológica. Para el cristiano esta no es una forma de leer
la Biblia; no es una opción entre otras. Esta es la manera con la cual se
espera que todo creyente, especialmente aquel que enseña y predica la Biblia,
lea el texto Bíblico. Leer en “clave cristológica” no quiere decir que
“tenemos” que ver o encontrar a Cristo
en cada texto de la Escritura; eso sería un error exegético. Lo que si quiere
decir es que cada texto de la Biblia debe leerse con la conciencia de que este
texto en particular forma parte de una historia amplia cuyo clímax o fin es
Cristo. En Cristo Dios ha llevado el relato del Antiguo Testamento a su
culminación. De esta manera lo contempla el autor de Hebreos cuando dice que
Cristo es la Palabra final de Dios (Heb 1:1,2). Jesús mismo propone, a los
desilusionados caminantes a Emaús, leer las Escrituras “en clave cristológica”
(Lc 24:27). Esta “clave” no solo es
pauta hermenéutica: Cristo como eje para interpretar las Escrituras; sino que
cumple también una función pastoral: en Cristo Dios se ha manifestado
cumpliendo sus promesas. Entonces leer en “clave existencial” es hacerlo
consiente de que lo que dice la Biblia es conmigo. Leer en “clave de libreto”
tiene que ver con leer el texto como un guión para la actuación. Y leer en “en
clave cristológica” es leer el texto consiente de que Cristo es el criterio
final y tema fundamental de la Escritura y no una nota al pie de la página. De esta manera todo encuentro con la Escritura
será un encuentro con Cristo (1 Tim 3:14,15). Fin.
[2] El
término “clave” no lo uso aquí con la connotación actual dada por la cultura y
literatura de “superación personal” en donde “clave” es una fórmula mágica para
conseguir algo en la vida. El termino lo uso más bien en su sentido clásico
donde “clave” hace la referencia a criterios para entender mejor asuntos
diversos.
[3] VANHOOZER, Kevin J. El drama de la doctrina:
una perspectiva canónico-lingüística de la teología cristiana.
Sígueme-Salamanca, 2010, p 11.
RELACIONAR LA PALABRA CON NUESTRA VIDA...HACERLA VIVA EN NOSOTROS, ES LA MEJOR FORMA DE ATENDER A ELLA. GRACIAS POR SUS RECOMENDACIONES PASTOR, PARA TENER MUY EN CUENTA.
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