martes, 12 de marzo de 2013

Bibliología I


Bibliología I
Tres clave para la lectura de la Biblia
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 54
Para el creyente la convicción de la “Biblia como Palabra de Dios” es innegable y está fuera de toda discusión. Más aun, para el cristiano hijo de la reforma la sentencia sola scritura recoge la verdad  de que la Biblia es fuente primera y última de instrucción, reflexión y acción. Martín Lutero, el gran reformador, frente a la dieta en Worns se sintió persuadido por la Palabra de Dios hasta el punto de afirmar: “a menos que se me persuada por testimonios de las Escrituras o por razonamientos evidentes, porque no me bastan únicamente las afirmaciones de los papas y de los concilios, puesto que han errado y se han contradicho a menudo, me siento vinculado con los textos de la escritura que he citado y mi conciencia continúa cautiva de la Palabra de Dios. Ni puedo ni quiero retractarme de nada, porque no es ni seguro ni honrado actuar en contra de la propia conciencia”[1]. Sin embargo a pesar de la convicción aquí expresada todo cristiano enfrenta dificultades cuando se encuentra con el texto Bíblico. Estas pueden ser variadas y en distintas dimensiones. Por esto propondré aquí tres clave para la lectura de la Biblia y poder sacarle así mejor provecho[2], superando algunas dificultades que se presentan en su lectura.
                En primer lugar considero que la Biblia debe leerse en clave existencial. Esto quiere decir que la Biblia tiene un mensaje para el “individuo” aquí y ahora. Que las historias y personajes que la Biblia muestra son finalmente retratos de todo ser humano en cualquier parte de la historia. Leer la Biblia es ser leído por ella y ser convocado a una decisión. Cuando el salmista dice: “lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” (Salm 119:105), está diciendo que su existencia, su andar (camino) está siendo “agendado” por la Palabra de Dios. Ahora, es cierto que hay textos que no aplican para el creyente hoy, algunos de ellos han sido gastados y cumplidos por la llegada de Cristo; pero esta declaración, supone ya, una aplicación. También es verdad que muchos creyentes se sienten desinflados cuando se acercan al texto Bíblico y lo notan distante. Para esto entonces es necesario leer el texto en “clave existencial”; es decir, leyendo consiente de que el texto trata de mí y mis circunstancias.
            En segundo lugar sugiero que el texto Bíblico debe leerse en clave de libreto. Esta pauta, sacada del mundo del teatro, nos dice que la lectura de la Biblia conduce a una forma de actuar en particular. La Biblia es un libreto (guión), los lectores son protagonistas no simple espectadores de una obra, el mundo es el gran escenario y Dios el gran dramaturgo. Pedro Calderón de la Barca, dramaturgo español, lo estimó así con su obra teatral: “el gran teatro del mundo”. En el citado drama de  Calderón, Dios es el director y el mundo es el escenario; en este, cada persona que llega a la existencia recibe el vestuario correspondiente al papel que se le ha asignado. Por su parte al apuntador, anima a cada actor a hacerlo bien, porque Dios es Dios[3]. Al apóstol Pablo al escribirle a Timoteo plantea lo que venimos afirmando cuando expresa: “toda Escritura es inspirada por Dios y es útil para… a fin de que el hombre de Dios sea maduro, preparado para toda buena obra” (2 Tim 3:16,17). Notemos como el acercamiento a la Escritura  propone un marco para la acción. De esta manera el estudio de la Biblia no promueve el “quietismo”, sino que nos convierte en protagonistas de un gran drama. 
            Y en tercer lugar sugiero que la Biblia debe leerse en clave cristológica. Para el cristiano esta no es una forma de leer la Biblia; no es una opción entre otras. Esta es la manera con la cual se espera que todo creyente, especialmente aquel que enseña y predica la Biblia, lea el texto Bíblico. Leer en “clave cristológica” no quiere decir que “tenemos” que ver o encontrar  a Cristo en cada texto de la Escritura; eso sería un error exegético. Lo que si quiere decir es que cada texto de la Biblia debe leerse con la conciencia de que este texto en particular forma parte de una historia amplia cuyo clímax o fin es Cristo. En Cristo Dios ha llevado el relato del Antiguo Testamento a su culminación. De esta manera lo contempla el autor de Hebreos cuando dice que Cristo es la Palabra final de Dios (Heb 1:1,2). Jesús mismo propone, a los desilusionados caminantes a Emaús, leer las Escrituras “en clave cristológica” (Lc 24:27).  Esta “clave” no solo es pauta hermenéutica: Cristo como eje para interpretar las Escrituras; sino que cumple también una función pastoral: en Cristo Dios se ha manifestado cumpliendo sus promesas. Entonces leer en “clave existencial” es hacerlo consiente de que lo que dice la Biblia es conmigo. Leer en “clave de libreto” tiene que ver con leer el texto como un guión para la actuación. Y leer en “en clave cristológica” es leer el texto consiente de que Cristo es el criterio final y tema fundamental de la Escritura y no una nota al pie de la página. De esta manera todo encuentro con la Escritura será un encuentro con Cristo (1 Tim 3:14,15). Fin.


[2] El término “clave” no lo uso aquí con la connotación actual dada por la cultura y literatura de “superación personal” en donde “clave” es una fórmula mágica para conseguir algo en la vida. El termino lo uso más bien en su sentido clásico donde “clave” hace la referencia a criterios para entender mejor asuntos diversos.
[3] VANHOOZER, Kevin J. El drama de la doctrina: una perspectiva canónico-lingüística de la teología cristiana. Sígueme-Salamanca, 2010, p 11.

1 comentario:

  1. RELACIONAR LA PALABRA CON NUESTRA VIDA...HACERLA VIVA EN NOSOTROS, ES LA MEJOR FORMA DE ATENDER A ELLA. GRACIAS POR SUS RECOMENDACIONES PASTOR, PARA TENER MUY EN CUENTA.

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