lunes, 24 de septiembre de 2012

¡No sea mula!


¡No sea mula!
Confesión, restauración y lección
Salmo 32
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 45
Este salmo es una ‘acción de gracias’ vuelta poesía; aquí el poeta agradece a Dios por haber perdonado sus pecados, y aprovecha esa experiencia para dar lecciones[1] y estimular la alabanza a Dios[2]. El texto presenta una estructura paralela (quiástica) la cual tomaremos para ir desarrollando y aclarando un poco el salmo[3]. Lo primero que el poeta hace es expresar el estado emocional (la felicidad) de aquel a quien Dios ha perdonado sus pecados (A-A’). De esta manera, “la felicidad es el don divino que disfrutan las personas a quienes no se les atribuye culpa, iniquidad ni engaño”[4]. Por ello, el texto invita a los justos, a los perdonados, a no quedar neutrales frente a tan magno evento: “¡alábenlo, justos!” (vv.1, 2, 10b-11). La felicidad o dicha no está, entonces, en las cosas que posee, sino en la condición de saberse libre por el perdón divino. Lo segundo que el poeta hace es contar las consecuencias del pecado no confesado, los resultados de callar, las secuelas del silencio (B-B’).Su físico fue afectado: “se envejecieron mis huesos…mi vitalidad se convirtió en sequedades de verano”. Esto es a lo que los psicólogos llaman “somatización”; es decir, cuando los problemas del alma toman cuerpo. El pecado es tan serio que carcome el alma y degenera el cuerpo: todo el ser humano es afectado. Frente a esta realidad el silencio no ayuda, sino que refuerza la situación de mal; por ello dice que “los dolores del pecador son muchos” (vv. 3, 4, 10a).
            Lo tercero que el poeta presenta es su confesión a Dios, que no busca información sino reconocimiento y aceptación de una condición (C-C’). La aceptación del pecado, no su negación, es un paso fundamental en el proceso del perdón y sanidad. Esta confesión no fue idea del salmista, sino que fue provocada por la palabra de Dios; el dedo señalador de Dios a través del profeta Natán reveló lo que nadie jamás habría sospechado (2 Sam 12:1-15). El mismo poeta dice lo que Dios le comunicó: “te haré entender…”; le llamó a bajar la guardia, a evitar la terquedad (no ser como el mulo), a ser dócil frente a la voz divina (vv.5a, 8, 9). Y en el centro de nuestro texto tenemos los resultados de la confesión (D): en primer lugar, el perdón divino; en segundo lugar, la comunión a través de la oración; en tercer lugar, protección, porque Dios se encargaría de que su pecado no lo ahogara; y en cuarto lugar, celebración a través de cantos de liberación. Este acto del perdón es tan sublime que debe ser cantado (vv.5b-7)[5]. Aquí radica el estado de dicha en que el pecado ha sido superado por el perdón divino y que ahora la comunión con Dios ha sido restablecida.
            Creo que en la pastoral enfrentamos hoy dos dificultades en el tratamiento del pecado: por un lado está la “psicologización de la iglesia”, que se da cuando las teorías y enfoques de la psicología ocupan el lugar de la Biblia, sepultando las categorías de la Escritura debajo de categorías psicológicas, y vaciando a aquellas de la fuerza semántica y su poder revelador. Por ejemplo, según la Biblia, la baja autoestima puede ser orgullo; la hiperactividad, necedad; la adicción al sexo (como el caso de Tiger Woods), perversión sexual. A los problemas como las adicciones, la Biblia los llama ‘pecado’ y no ‘deseos reprimidos’;  frente a la “incompatibilidad de caracteres en la pareja” la Biblia invita a la humildad y al amor sacrificial, no al divorcio. Sin embargo, para no caer en maniqueísmos, debemos evitar “psicologizar a la iglesia” y “eclesializar la psicología”. El segundo problema es la falta de sentimiento de culpa que la mente posmoderna con su “nueva tolerancia” nos propone. Sin embargo, el texto con su peso teológico y pastoral sigue allí diciéndonos a todos “¡no seamos mulas, seamos dóciles frente al llamado de Dios!”. Es así como evitaremos el autoengaño sobre nuestras propias condiciones y nos abriremos al perdón de Dios (1Jn 1:8, 9), porque ningún pecado nuestro es más grande que su gracia; por eso, ningún perdonado puede quedar neutral. ¡Esto merece una celebración! Fin.

[1] En salmo esta encabezado como un masquil, que indica que es un salmo educativo que transforma los temas tradicionales de la sabiduría en oración de gratitud y alabanza a Dios.
[2] Junto al salmo 51, este texto forma parte de una dupla que recoge, al parecer, la experiencia de David frente al hecho de la esposa de Urías (2 Sam 11-12).
[3] A. La dicha del perdón, vv.1, 2.
          B. El pecado y sus consecuencias, vv.3, 4.
                 C. La confesión, v. 5b.
                        D. Comunión restablecida, vv.5c-7.
                C’. La confesión, vv.8, 9.
          B’. El pecado y sus consecuencias, v.11a.
  A’. La dicha del perdón, vv.10b-11.
[4] PAGAN, Samuel. De lo profundo Señor a ti clamo: introducción y comentario al libro de los Salmos. Patmos-Miami (Florida), 2007, p 249.
[5] Las letras de los himnos de las naciones que pertenecen a las gestas liberacionistas de Bolívar celebran y cantan el hecho de la libertad.

 

1 comentario:

  1. “La felicidad es el don divino que disfrutan las personas a quienes no se les atribuye culpa, iniquidad ni engaño” Totalmente cierto.
    Muy bueno

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