Un vacío llamado hijo (5)
Monólogo sobre el amor y el rechazo
Os 11:1-11
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 155
Tradicionalmente la
reflexión teológica nos ha instado a hablar de Dios a partir del hombre: los
recursos del antropomorfismo (hablar de Dios a través de las formas humanas) y
el antropopatismo (hablar de Dios a partir de la emoción humana) son ejemplos
de ello. Sin embargo; la Biblia nos invita a hacerlo al revés, a hablar del
hombre a partir de Dios. Así, la Biblia declara que el ser humano es “imagen y
semejanza de Dios” y se le desafía a administrar
como Dios, a amar como Dios ama, a sufrir como Dios sufre. El texto de Oseas
nos invita a ser padres a la manera de Dios en el escenario de la misericordia
que confronta y redime. Desde la lógica humana la ira hubiese vencido, pero
desde la ilógica divina triunfa la misericordia. Entonces, antes de hablar de
ANTROPOMORFISMO o ANTROPOPATISMO deberíamos hablar de THEOMORFISMO y
THEOPATISMO. Ser padre no es tarea
fácil, ni siquiera para Dios. Esta afirmación no niega el poder de Dios sino
que habla de ese poder traducido en amor, misericordia y compasión. Pero la
declaración también revela la fractura humana, su vulnerabilidad, sus
rebeliones y la forma en la que Dios las asume exponiendo su REPUTACIÓN...
pregúntale al crucificado sobre esto.
El Dios que presenta Oseas es bastante “patético”, muy
emocional: se entristece, llora, se lamenta, se indigna, ama, sufre tensiones,
se frustra. No es definitivamente el dios de los filósofos, del “motor inmóvil”
aristotélico. Tampoco es el dios de muchos cristianos en la actualidad “el dios
de los milagros” o “el de los omnis” (omnipresente, omnisciente y omnipotente).
El Dios de Oseas es bastante incómodo y extraño: se involucra, sufre, acompaña,
conduce, toma y corre riesgos. Santiago Benavides lo expresa magistral y líricamente
en “Dios También”.
Dios
también fue un inmigrante.
Dios
también tuvo que huir.
Dios
también fue desplazado,
y
estuvo deprimido y sin ganas de seguir.
Dios
también perdió a su niño.
Dios
también probó la soledad.
Dios
también se quedó sin amigos,
cuando
más precisaba su solidaridad.
Dios
también, Dios también.
Dios
también pasó por el dolor.
Dios
también, Dios también.
Dios
también lloró.
Dios
también estuvo preso,
Dios
también sufrió por dar amor.
Dios
también fue criticado,
por
no lanzar la piedra y optar por el perdón.
Dios
también fue un cónyuge engañado,
Dios
también fue un niño marginado.
Dios
también fue un joven rechazado,
Dios
también tuvo hijos descarriados.
Dios
también, Dios también.
Dios
también pasó por el dolor.
Dios
también, Dios también.
Dios
también lloró.
Dios
también, Dios también.
Dios
también pasó por el dolor.
Dios
también, Dios también.
Dios
también lloró.
El rostro paterno de
Dios ilumina nuestras tareas paternales hoy. Nos anima a seguir la tarea en
medio de frustraciones, desaciertos y desencantos. Nos anima a no renunciar a
la formación de un carácter firme en el escenario del amor y la misericordia. Recordemos
como bien lo decíamos al principio, el texto de Oseas nos lanza una pregunta desafiante ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por amor? Porque "el corazón tiene razones que la razón
no entiende". Fin.
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