lunes, 1 de agosto de 2016

Para cantar subiendo las escaleras

Para cantar subiendo las escaleras
Introducción a la lectura y predicación de los salmos de ascenso
 Salm 120-134
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero160
Existe la tendencia generalizada en la iglesia de leer los salmos como entidades literarias aisladas, como si no hubiera un patrón, tema o coherencia interna entre ellos. Al leerlos así, sin notar coherencia o patrones internos, ignoramos sin intención, que hubo una comunidad que recibió los salmos y los leyó de manera íntegra y coherente. Nuestra tarea es tratar de buscar esa coherencia, ya sea la que está implícita o explícita y sacar mejor provecho de la lectura. Por ello, trataré de presentar una propuesta para la lectura y predicación de los “salmos de ascenso gradual”, mostrando una línea de coherencia interna y sus desafíos principales para la teología del culto. Los cánticos graduales (Salmo 120-134), eran entonados por los peregrinos que “ascendían” a Jerusalén durante las fiestas anuales. En la primavera: los panes sin levadura o la pascua donde recordaban la manera en que Dios los había salvado; a principios del verano: la fiesta de pentecostés  donde renovaban su compromiso con Dios como pueblo del pacto; y en otoño: la fiestas de las enramadas donde recordaban que eran extranjeros y peregrinos (Dt 16:16). Para la propuesta sugiero que estos salmos presentan una estructura concéntrica o de quiasmo. Esta estructura nos permite observar no solo la coherencia literaria y temática sino también las relaciones entre los distintos poemas. Veamos:
A. El peregrino empieza el recorrido a Jerusalén, Salm 120.
      B. La bendición del Señor, Salm 121.
           C. Jerusalén la morada elegida, Salm 122.
                D. Esperanza puesta en Dios, Salm 123.
                     E. El Señor libera, Salm 124.
                          F. La confianza puesta en Dios, Salm 125.
                               G. Sión lugar de restauración, Salm 126.
                                       H. Construir, trabajar y vigilar: la familia, Salm 127.
                               G’. Sión lugar de la bendición, Salm 128.
                          F’. La confianza puesta en Dios, Salm 129.
                    E’. El Señor redime, Salm 130.
              D’. Esperanza puesta en Dios, Salm 131.
         C’. Jerusalén la morada elegida, Salm 132.
     B’. La bendición del Señor, Salm 133.
A’. El peregrino se despide de Jerusalén, Salm 134.
Ampliemos un poco los paralelos. Primero (A-A’). El peregrino comienza su experiencia fuera de Jerusalén en angustia y soledad, se dirige al culto y termina en la comunidad con “sabor a despedida”, no obstante el culto sigue. Segundo (B-B’). El peregrino, que va a Jerusalén es tentado con otras propuestas de culto, pero es orientado: la bendición viene de Dios. El Señor guardará su peregrinaje y lo guiará al lugar de la bendición: la fraternidad y las relaciones armoniosas, estas posibilitan el culto genuino a Dios (así como la unción de Aarón legitimaba su sacerdocio). Tercero (C-C’). El peregrino percibe la cercanía a Jerusalén, se alegra e intercede por la paz de ella. Dios ha elegido a Jerusalén como su “centro de despacho” y lugar para el cultivo de la “esperanza mesiánica”. La utopía (esperanza) decía Eduardo Galeano sirve para caminar, para no dejar morir los sueños. Cuarto (D-D’). El peregrino se resiste a pensar que la brutalidad y la impiedad tienen la última palabra, decide abrirse a la “espera”, esta no es pasiva, pues va camino al culto, es una espera activa y propositiva. Quinto (E-E’). El peregrino reconoce a Dios como fuente de salvación, evoca el evento fundante del éxodo como algo que pasó y algo que está pasando. Sexto (F-F’). El peregrino ilustra la firmeza de aquel cuya confianza esta en Dios y convierte esta verdad en oración por la congregación.
            Octavo (G-G’). El peregrino recuerda la “teología de Sión” el lugar escogido por Dios para su manifestación plena (Dt 12). Se celebra la restauración de Sión, se ora por su restauración plena y recuerda a Sión como escenario de la bendición divina. Noveno (H). Nos encontramos aquí en el centro del texto, según la estructura propuesta. Menciona tres elementos necesarios para la vida: casa, seguridad y trabajo y la futilidad de estos sin la presencia de Dios. Tal vez recogiendo aquí el sentir del regreso del exilio y con este, y los proyectos de reconstrucción evidenciados en Esdras, Nehemías, Zorobabel, Ageo y Zacarías (538 a. C). La nación se reconstruye, parece sugerirnos el texto, a partir de la familia que teme a Dios. Para el cristiano la imagen del peregrino ilustra su vida, su testimonio y sus lealtades (1 Ped 2:11). El cristiano es peregrino en y de un mundo viejo, gastado y llamado a reconstruirse a partir de la cruz. Con su peregrinación el cristiano proféticamente anuncia la aparición de un nuevo mundo, una nueva sociedad, una nueva tierra en donde la JUSTICIA será ama y señora. El culto propende por generar y mantener esta conciencia profética.  Fin.