Consejos para un amigo seminarista
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 89
Estimado Theo me alegra
el hecho que después de un tiempo de oración, consejo, paciencia y dirección de
Dios, al fin hayas podido llegar al seminario para enriquecer tu vocación y el
llamado que Dios te ha hecho al santo ministerio. Y, digo enriquecer porque ningún
seminario en el mundo, ninguna facultad de teología, tiene la prerrogativa de
llamarte, solo Dios lo hace. Estar en un salón de clase en un seminario
cualquiera no te garantiza el ministerio, como tampoco el estar fuera de un salón
de clase de teología te descalifica para el servicio a Dios. Conozco a
excelentes hombres y mujeres de Dios que nunca han pisado un salón de clase,
pero también conozco a buenos seminaristas que deben revisar su vocación y
llamado al ministerio. Bueno. El propósito que tengo al escribirte es el de
darte algunos “consejos” con el ánimo de orientarte. Aclaro que las exhortaciones
que te doy, nacen de un profundo deseo pastoral, y de una sincera aspiración de
que evites cometer los errores que yo cometí. Te doy a continuación diez
consejos.
1. No
hagas teología fuera de la Iglesia sino dentro de ella. Paul Tillich dijo que “la
teología no se puede hacer en castillos de cristal”. Desde el salón de clases, mi
estimado, a veces, se opina muy bonito; sobre esto a aquello; pero finalmente
debes entender que la iglesia es la comunidad teológica, ella es la que hace
teología y para ella es la teología.
2. No sub valores el
ministerio pastoral, ni rural ni urbano. Es sabido de muchos seminaristas que
en virtud del conocimiento adquirido se van volviendo sínicos, algunos llegan a
sus comunidades locales y empiezan a criticar a sus pastores sobre su homilética
o teología particular. Otros empiezan a mirar a sus líderes por “debajo del hombro”
y a creerse superiores. Son ligeros en sus críticas pero les cuesta ser
confrontados con la pregunta, ¿qué me dijo el Señor hoy a través de la
predicación de mi pastor? Después, Dios mismo dará los espacios para hablar de
manera humilde sobre detalles técnicos y teológicos. Karl Bart dijo: “la
función tarea principal del teólogo es la oración”.
3. Se crítico, no criticón. Las
actitudes criticonas cansan. Los análisis críticos son y serán siempre legítimos.
Me cansé de un predicador mexicano que me recomendaron por el hecho de que su
predicación siempre está centrada en la maldad de otros y no en la edificación
de la iglesia. Esta actitud es semejante a la del Fariseo que oraba y daba
gracias porque no era como los demás. Me imagino a este predicador orando así: “Señor
te doy gracias porque nuestra Iglesia no es como las demás; somos la iglesia de
la Palabra, no como las otras”.
4. Recuerda que el
seminario representa un porcentaje muy mínimo de la iglesia, no lo conviertas
en tu escondedero, tu burbuja de cristal, sino en tu lugar de preparación, ¡la
iglesia te espera!
5. No cambies de
iglesia cada semestre solo porque tuviste problemas con el pastor: se fiel a la
iglesia local. Cuando yo estaba en el seminario me enteraba de colegas que
cambiaban de iglesia local como cambiarse de camisa por alguna desavenencia con
el pastor. Me preguntaba, y cuando estén el ministerio de tiempo completo ¿Cómo
harán con los problemas que se le presenten en sus iglesias? ¿Saldrán corriendo
o los enfrentaran con gallardía?
6. Ten en cuenta que por
muy "ignorante" y “perdida”, la iglesia sigue siendo la novia del
Señor.
7. No alardees con
el conocimiento, más bien sé lleno del Espíritu Santo. El conocimiento,
mal manejado, embriaga, seduce, entorpece.
8. Recuerda, un
poco de griego y de hebreo leuda toda la masa. El estudio de los idiomas
Bíblicos es instrumental, y casi siempre la práctica de estos es comparable a
la ropa interior: todo el mundo sabe que se usa, pero no la exhibimos en la
calle así no más. En tu preparación de los sermones debes usar los idiomas,
sería un verdadero desperdicio de tiempo y dinero, no usarlos después de
haberlos estudiado. La predicación presupone el uso de los idiomas, pero no los
exhibas para mostrar conocimiento, a menos que sea absolutamente necesario. En
Hechos capítulo 2 la presencia del Espíritu hace el mensaje entendible, por
ello, cuando predicas; ¿la iglesia te entiende?
9. Procura ser un
excelente predicador, hay pocos y están en vía de extinción. Toma la decisión
de cultivar el arte de la predicación. No todo seminarista es un buen predicador
y no todo buen predicador es seminarista. Conozco, con mucha preocupación y respecto,
a muchos seminaristas que son pésimos en la tarea de la predicación (esto tal
vez me incluya). Muchas veces la actitud sospechosa y retrechera de la iglesia
hacia nosotros se da porque no hacemos bien la tarea de la predicación: nos
dejamos comer del método, dice mi amigo Marcos Díaz, no cultivamos la unción
del Espíritu Santo, no pastoreamos a la iglesia con la Palabra. Son
predicaciones secas, áridas, que no infunden valor ni vida. Luis Alonso Schokel
decía: “la iglesia pide pan y los teólogos le dan teorías”.
10. No le dictes a la
iglesia lo que ella debe hacer, camina con ella, comparte sus dudas y
desaciertos. Sé un hombre de iglesia. Sé un siervo de la Iglesia, no su
verdugo. En la Biblia la vocación individual se da en virtud de una comunidad,
de un pueblo. No podemos entender, por ejemplo, a Abraham, a Moisés, a Isaías, a
Pablo, a Juan el Bautista y, al mismo Jesús; sino lo hacemos en el marco global
de un pueblo, una comunidad. La
pregunta de los discípulos antes Jesús: “¿Quién es este?”, es respondida en el
camino, no en el salón de clase. Integra academia e iglesia. Saludos.
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