La
silla y el camino
Una
introducción a la lectura de la carta de Efesios
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 71
Uno de los grandes aportes que hizo Juan Mackay,
misionero, filósofo y teólogo escocés en América Latina, fue su propuesta sobre
la “teología del camino y la teología del balcón”. El balcón significa una
inmovilidad del alma que puede coexistir perfectamente con un cuerpo móvil y
peripatético. Camino es el lugar donde la vida se vive intensamente donde el
pensamiento nace del conflicto y el serio interés, donde se efectúan elecciones
y se llevan a cabo decisiones[1]. El hecho es que estas dos
metáforas “Makayanas” han iluminado un poco mi lectura, reflexión y predicación de la carta de Efesios. Y es
que, de manera similar podemos rastrear en la lectura de Efesios dos metáforas,
la de la “silla” y la del “camino”; estas ilustran la experiencia cristiana y
nos dan una pauta para la lectura y comprensión del mensaje de Pablo a los Efesios.
Veamos en primer lugar la silla. Para
los lectores de la carta de Efesios es evidente el hecho de que esta tiene dos
grandes divisiones. De los capítulos 1-3 una gran sección marcada por la
ortodoxia o bien podíamos llamarle “teología confesada”; y de los capítulos 4-6
otra gran sección marcada, esta vez, por la ortopraxis o “teología aplicada” (o teología actuada, diría Vanhoozer). Esta
forma de estructurar la carta presenta, por lo menos, dos verdades; 1). La
gracia antecede a la acción o adoración, es decir; el creyente está llamado a comportase
de cierta manera en respuesta a lo que Dios ha hecho por él. 2). Una correcta
confesión teológica, respecto a Dios y su obra, generará una correcta praxis
cristiana evidenciada en todas las dimensiones del quehacer humano. De esta manera, en la comprensión y práctica
de la fe, la teología no es opcional sino fundamental, no es sugerencia sino
imperativo. Entonces, la silla la encontramos en la primera parte del carta
(1-3) y aparece dos veces, una relacionada con la posición de Cristo
resucitado: “… le hizo sentar a su diestra en lugares celestiales” (1:20), y
otra relacionada con la posición del creyente resucitado en Cristo: “… y nos
hizo sentar en los lugares celestiales” (2:6).
Ahora, la silla comunica por un lado
la posición que el creyente tiene en
Cristo, reposado y salvado por Dios. Pero la silla no solo es posición sino
también disposición. La condición de
estar sentados, la silla, no es solo entonces una “posición en Cristo” sino
también una disposición a la instrucción.
La experiencia cristiana empieza con una disposición a la enseñanza, al
discipulado. Al igual que el pueblo de Israel, que después de ser liberado, recibe
la instrucción en el monte, la iglesia también como pueblo libre es ahora
instruida en la silla (Cp.Ex 19-20).
La primera pregunta del creyente no es entonces ¿Qué hay por hacer?, sino ¿Qué
hay por aprender? Pero, el discipulado,
entendido como la formación del creyente a la imagen de Cristo, está en crisis.
La silla se ha cambiado por el Spa. Hemos creado una religiosidad
evangélica, superficial y hedonista, cuya preocupación principal es el
“sentirse bien”, creyendo que los números de seguidores ofrecen testimonio
elocuente de nuestro “impacto”. ¿No será tiempo de volver a hacer discípulos? Al
final de su ministerio, el Cristo resucitado nos envía en misión: “Id y haced
discípulos” (Mt 28.18-19). Mandato y tarea. Jesús nos ordena continuar la labor
discipuladora en la vida de otros. No nos llama para reproducir creyentes ni
líderes, sino discípulos, al estilo como él lo hizo, con los principios y
valores con los que él trabajó.
Pero, la silla no es el fin, Efesios
también nos presenta el camino usando
la palabra “andar” en la segunda parte de su carta (4-6). En la Biblia “andar”
es, generalmente, una referencia a la manera en la que el creyente debe
comportarse; es decir, es una referencia ética (Ef 4:1,17 Cp. Gen 17:1). La experiencia de fe entonces no se gasta en la
silla, la fe es también un camino para caminar. Es decir, existe una
comprensión teológica y es necesaria, pero también existe una disposición o
dimensión práctica de la cual también se precisa. La teología, la silla, se da en
un contexto preciso y concreto: el camino con todos sus atenuantes. Así, el
andar estará determinado por lo que se escucha en la silla. Silla y camino son
dos disposiciones indisociables en la vida del creyente. Pero la experiencia no
se agota en el camino, el caminante no ha superado, ni superará su disposición
a la silla, siempre tendrá que hacer altos en el camino, sentarse para escuchar
y seguir caminando. De esta manera, hay una relación “dialéctica” (constante
diálogo) entre silla y camino.
Ahora, si la silla está en crisis también lo está el camino. Si la silla ha sido remplazada por el Spa, el camino ha sido reemplazado por el sedentarismo. Nos toca vivir un tiempo especial de la iglesia en
América Latina. Hemos sido muy creativos en métodos y estrategias, lo que nos
ha permitido llenar nuestros templos y pensar en proyectos que antes ni se nos
hubieran ocurrido. No obstante, vemos con desánimo, que casi nada ha cambiado.
La corrupción va en aumento, al igual que la violencia, la pobreza o la
exclusión social, sin siquiera mencionar la decadencia moral cada vez más
arraigada dentro y fuera de la iglesia. Los modelos de liderazgo que inspiran
son sacados del mundo “del dios mercado” y no se parecen a Jesús. Y, aunque
parezca retrogrado, debemos volver a la silla y preguntarnos ¿Qué fue lo que Dios dijo? Y volver al camino
para reflexionar sobre la forma en la que Dios quiere que andemos. Fin.
Muy interesante la reflexión y es la triste realidad que hoy esta viviendo la iglesia, una iglesia perneada por la post- modernidad.
ResponderEliminarMUY INTERESANTE, PONE A PENSAR HAY QUE REEDUCAR DESDE LA IGLESIA Y LA FAMILIA. LOS PRINCIPIOS PENSAMIENTOS Y VALORES ETICOS SE DAN EN LA FAMILIA COLOCANDO LA FAMILIA DE JESUS COMO MODELO,Y ORIENTANDO A LOS HIOS CON NUESTROS PROPIOS EJEMPLOS COMO PADRES. EL NIÑO APRENDE CON UNA PEDAGOGIA SOCIAL DE ACUERDO A SU CONTEXTO.
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