sábado, 8 de febrero de 2025

LOS PROFETAS: CONCIENCIA CRÍTICA Y UTÓPICA DE ISRAEL.

 

LOS PROFETAS: CONCIENCIA CRÍTICA Y UTÓPICA DE ISRAEL.

Pequeña introducción a la lectura de los Profetas

convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 212

¡Ah, los profetas! Esos rebeldes y contestatarios; esos insurrectos que, únicamente usando el arma de la voz, se enfrentaron al mundo; no se sometían a nadie, se debían solo a Dios. Y, por esto eran temidos por los establecimientos políticos y religiosos. Se dice, por ejemplo, que Isaías murió aserrado durante el reinado de Manases: Al poder no le gustó el mensaje. Los profetas denunciaban con sus voces, eso que Brueggemman llama: “La ideología dominante”. Eran soñadores, anunciantes de “Otro mundo posible”.

Desde la crisis del exilio que vivió el Pueblo de Israel, reino del norte y reino del sur, a los Profetas se les clasifica como: Pre-exílicos, Exilicos y Pos -exilicos. El mensaje de los profetas Pre-exílicos se centra en advertirle al pueblo sobre la necesidad de revisar la vida, arrepentirse, para no “perder la tierra”, esto es: vivir el éxodo al revés; ya en el exilio, el mensaje de los profetas exílicos se centra en el consuelo y la esperanza para un pueblo fracturado por la crisis (surge aquí la idea de la esperanza mesiánica) y, el mensaje de los profetas Pos-exilicos se ubica en la necesidad de la reconstrucción después de la tragedia. También se les clasifica como escritores y no. Dentro de los escritores, todos aquellos cuyos libros llevan sus nombres; no escritores, Elías y Eliseo, por ejemplo.

                El profeta no es el que “adivina el futuro”, el profeta es el que lee e interpreta críticamente su presente, desde esa lectura hace proyecciones (“acontecerá, sucederá”). Diríamos hoy: crítico social. Arroja insumos necesarios para saber cómo debemos vivir en sociedad. Fee & Stuart dicen que tan solo el 5% de todo el material profético es predictivo (tiene que ver con el futuro), lo demás, el 95%, tiene que ver con asuntos del presente del profeta y de sus realidades. El profeta es un “indignado social”, su indignación arroja hoy las rutas necesarias para una autentica espiritualidad profética. No obstante, en la espiritualidad cristiana, dice Pagola, “hay demasiados cantos y pocos gritos de indignación, demasiada complacencia y poca nostalgia de un mundo más humano, demasiado consuelo y poca hambre de justicia.”

El profeta aparece, cómo crítico, en contra peso al poder de la monarquía, de los reyes. En los libros de los reyes, por ejemplo, la mayor cantidad de material está dedicada al mensaje de los profetas, como una invitación a leer críticamente al poder. Debemos leer a los reyes con “ojos de profeta”, con conciencia crítica. El profeta se presenta con una visión alternativa de la sociedad fundado en la “justicia social”. La gente dice: “Dios quita y pone reyes”, y si (no tan aplicable en modelos políticos democráticos), pero olvidan que por cada rey había un profeta que lo criticaba, que lo invitaba a la conversión: Saul tuvo su Samuel, David tuvo a su Natán y Acab tuvo su Elías. ¿Por qué creen ustedes que los profetas no eran populares?

“Tus cultos me dan asco”, denuncia Isaías. Los profetas fueron grandes críticos de la piedad que solo se queda en la formula correcta, el sacrificio correcto, pero que no “se sacrifican” por los demás. Una razón: siempre será más fácil decirle a Dios “en adoración” que lo amamos, pero, será siempre será más difícil decirle al hermano, en donación y servicio, que lo amamos. Siempre será más fácil amar a Dios, cumplir con el rito. Por esto, dos asuntos: 1). En la Biblia no puedes llegar a Dios ignorando o saltándote al prójimo; 2). Dios quiere ser amado y servido en los demás. “Pedro, ¿tú me amas?... entonces vive para los demás”. No puedes adorar al que “está sentado en el torno”, ignorando al que “está sentado a tu lado”. Los profetas denuncian a esos que son “buenos para amar a Dios”, pero malos con el amor al prójimo. El profeta Isaías denuncia a los que acumulan tierra, a los terratenientes, les dice: “¿es que ustedes quieren vivir solos en el mundo?” Denuncia también a los que justifican el mal, a los que llaman a lo malo bueno, a los que justifican la violencia. Denuncia los sobornos, a los que venden la justicia, a la corrupción.

Los profetas no eran sacerdotes, a excepción de Ezequiel. Los sacerdotes eran “protectores” de las “cosas sagradas” (templo, ritos, etc); el profeta era un defensor de los “valores sagrados”: la vida humana, la justicia, el pobre, la misericordia, etc. Ellos carecían de una virtud que nosotros tenemos en demasía: “La prudencia” (camuflada a veces con indiferencia, comodidad, miedo o apoyo al orden presente de cosas, sistema, para el evangelio, “el mundo”). De ahí la diferencia entre la espiritualidad profética, y la espiritualidad sacerdotal. Jesús se matricula en esta última.

A través de la Denuncia de la injusticia, del anuncio de la salvación (esperanza) y la invitación a la conversión, los profetas soñaban un mundo distinto, uno donde todas las fuerzas contrarias se unieran en un gran abrazo de hermanada y fraternidad. Isaías se imagina un mundo en donde la Paz es tal, que ni siquiera entre los animales habrá violencia: “estarán juntos el lobo y le cordero y un niño los guiará”, afirma. Una Vaca y una Osa criaran juntas a sus hijos. El niño podrá jugar en la cueva de la serpiente, ¿se imaginan eso? Ni los sueños más locos de la humanidad llegan a tanto. Un mundo donde las armas de guerra, espadas, arcos y flechas, se convertirían en instrumentos para labrar la tierra.

¡Ah, cuanta falta hacen por aquí esos vagabundos desadaptados!

FIN, O, POR FIN.

 

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