La nariz de Dios (3)
Las ofrendas levíticas
ayer y hoy
Lv 3:1-16
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 208
El libro de Levítico, aunque a primera vista, dadas sus extrañas categorías y lenguaje, parezca distante para el creyente, es el “Manual para el adorador”. Marcando rutas claras para la celebración de la fe, el texto enseña cómo acercarse a Dios y no fallar en el intento. Ahora, es necesario ubicar el tema de las ofrendas en, al menos, cinco marcos o escenarios. Pero espera, antes, una novedad: El termino general para ofrenda aquí es el hebreo “Korban” (Lev 1:1), que significa “acercarse”. En ese tiempo se suponía que los dioses eran distantes, indiferentes, exigentes y con una necesidad constante de ser “apaciguados”. Pero, a este Dios te puedes acercar. Seguimos. 1). Marco histórico y soteriológico: el evento del éxodo. Los receptores del texto son las personas del pueblo de Israel que han salido de Egipto a través del evento del éxodo (Ex 1-15). De esta manera las ofrendas no son para salvación, son la respuesta del pueblo hacia Dios que los ha salvado o liberado. No se busca ganar el favor de Dios, sino responder a sus favores. 2). Marco geográfico: el monte Sinaí. El pueblo está ubicado geográficamente en el monte Sinaí, allí Dios lo llama a establecer con él un pacto, le da los mandamientos y el tabernáculo (Ex 20:24; Lv 26:46; 27:34). 3). Marco litúrgico: el tabernáculo[1]. El pueblo celebra la presencia de Dios simbólicamente localizada en el tabernáculo, pero experimentada en cada área de la vida diaria.
4). Marco cultural y religioso. Lo más seguro es que los rituales sacrificiales de Israel tuvieran paralelos en los pueblos cananeos vecinos a Israel. Es lo más normal pues era la usanza antigua para la reconciliación y el culto. Israel, rodeado por culturas paganas que veían el culto como un asunto contractual, debe entender que Dios no es manipulable, que no puede relacionarse con Dios según el principio del do ut des (te doy para que tú me des). Y es que “Dios sólo puede ser el objeto de nuestro culto si primero es el sujeto que nos da el culto… los paganos se imaginaban un culto esperando ganarse el favor de los dioses por medio de él. El culto de los hebreos era una respuesta a lo que Dios ya había hecho por ellos”[2]. 5) Marco estructural y literario. Ubicamos aquí los capítulos 1:1-7:38 dentro de la estructura literaria del libro. Las palabras iniciales de este libro indican su relación con Éxodo. En este último, Dios habla desde la montaña. En el Levítico, desde el tabernáculo. Éxodo termina con su dedicación del tabernáculo y Levíticos empieza con la adoración en el tabernáculo. Estos primeros capítulos, 1-7, nos presentan el “Manual del sacrificio” mostrando la forma en la que el pueblo puede disfrutar de la presencia de Dios. Veamos el texto de la tercera ofrenda en detalle en tres momentos.
Primer momento, la
ofrenda que se pide: La ofrenda de paz, v.1. El nombre hebreo para este sacrificio (selamím) se deriva de la raíz “shalem”,
que significa “estar completo, o entero” y, por lo mismo, está relacionado con shalom,
el término para totalidad, bienestar y paz. La ofrenda es voluntaria. “…las
ofrendas voluntarias (Lv 1-3) por estar puestas en primer lugar, son las más
importantes y muestran la espontánea y gratuita relación de Dios con el
israelita”. “Cuando alguien”. Esto se refiere a cualquier ser humano, hombre o
mujer, y al extranjero que mora entre ellos. Es de carácter inclusivo. Segundo
momento, el ritual que se realiza, vv.2-17. El capítulo está dividido en tres secciones,
de acuerdo con la clase de animal que se traía para el sacrificio: ganado
vacuno (vv. 1-5), ovejas (vv. 6-11), o cabras (vv. 12-17). La parte práctica
del ritual era la misma que la del holocausto. Las principales diferencias en
relación con el holocausto eran, primeramente, que eran aceptables tanto
animales machos como hembras (sin defecto) y, en segundo lugar, sólo las partes
grasosas (sebo) se quemaban sobre el altar (es decir; el sebo, los riñones, el
sebo que cubre el hígado, y el sebo de la cola de las ovejas, vv. 3 s., 9 s.,
15). El rito consta de seis momentos: 1). Presentación de la víctima, 2).
Colocación de la mano sobre la cabeza del animal, 3). Sacrificio o muerte, 4).
Manipulación de la sangre, 5). Ofrecimiento de la grasa, 6). Incineración de la
grasa. Tercer momento, la aprobación que se da, vv. 5,16. Cada sección termina exactamente con la misma
frase, describiendo la ofrenda como de grato olor al Señor.
Ahora,
algunas implicaciones: El sacrificio de paz no era una ofrenda para “reconciliarse”
con Dios (este era el propósito de la ofrenda por el pecado de Levítico 4). La
ofrenda de la paz era un sacrificio que llevaba a participar de una comida de compañerismo.
Por lo mismo, incluía una dimensión vertical (dado que tenía los mismos ritos
expiatorios de la sangre y el holocausto), así como una dimensión horizontal
(dado que cimentaba las relaciones humanas). Por lo mismo, este tipo de ofrenda
era más apropiado como una expresión de aquello que era esencial en la relación
de pacto entre Israel y Dios. En un sentido, era una comida sacramental, con
aspectos similares a la comida que está en el centro del nuevo pacto: la cena
del Señor. Jesús se refirió a esa comida como “el nuevo pacto en mi sangre”, lo
cual hace eco de Ex 24:8, donde las ofrendas de paz estaban incluidas en los
sacrificios que sirvieron para sellar el pacto en Sinaí. Pablo afirma a los
efesios que Cristo los reconcilio haciendo la paz mediante su cruz (Col 1:20-22;
Ef 2:11-20).
La
adoración cristiana, especialmente el servicio de la Cena, debiera ser motivo
de gozo y de preocupación social. Por ello, es posible que el autor de hebreos
haya tenido en mente la ofrenda de paz cuando exhortó a los cristianos a no
olvidarse “de hacer el bien y de compartir lo que tenéis, porque tales
sacrificios agradan a Dios” (Heb 13:16). Es interesante notar también que Pablo
insiste en la dignidad personal en vía de preparación para la cena del Señor
(de la misma manera que la purificación ritual era requerida para los
israelitas que participaban en la comida-ofrenda de paz; 1 Cor 11:27-31; Lev
7:20), así como también en la armonía social y consideración por los pobres en
la comunidad (1 Cor 11:18-22). La ofrenda de paz incluía, en términos generales,
varios propósitos: 1). Expresar gratitud (7:12; Salm 115; 1 Rey 8:63), 2).
Confirmar un voto (27:2). 3). Fortalecer la comunión con Dios y con los demás.
La tradición rabínica posterior, dice De León Ascarate, recalcará el sentido solidario
y universal de los sacrificios de comunión o paz: R. Yejudáh dice: “Todo el que
ofrece sacrificios pacíficos, ofrece paz para el mundo” (Midrás Sifra, Pirqa’
16: Lv 3:1).
Continuará.
[1] Afirma Andiñach:
“La flamante tienda se inaugura con las instrucciones para los rituales y
ofrendas, y destaca el lugar de privilegio que tienen en la vida del pueblo y
en la relación con Dios”. ANDIÑACH, Pablo R. Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento. Verbo
Divino-Estella Navarra, 20014, p. 124.
[2] Citado por KUEN,
Alfred. Renovar el culto.
Clie-Barcelona, p.14.
No hay comentarios:
Publicar un comentario