Los evangelistas y yo
Recuento de una experiencia “interministerial”
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero173
Si hay un grupo ministerial, pero más que eso, de hermanos y amigos a los
que admiro y aprecio profundamente por lo que son (sus calidades humanas) y por
lo que hacen (sus competencias ministeriales), es el de los evangelistas. Y por
ello, desde ese aprecio y amistad me atrevo a hacer pública una experiencia entre
amigos e invitarlos con ello a la reflexión sobre la tarea de la predicación en
la evangelización y la pastoral. En días pasados fui invitado a un evento de
evangelistas para que compartiera el tema de la predicación o de cómo predicar.
Partí del presupuesto básico de que la predicación sana del texto Bíblico surge
a partir de una buena observación de los detalles del mismo, es decir; que
antes de responder a la pregunta ¿Qué quiere decir el texto?, respondamos a la
pregunta ¿Qué dice el texto? Observamos detalles literarios, estructuras,
repeticiones, contextos, etc. Invité a los hermanos a hacer la primera observación
partiendo de textos conocidos y populares en “la predicación evangelistica”.
Observemos Efesios 4:11, allí se habla en primer lugar no de cinco ministerios
sino de cinco personas con cinco funciones o ministerios distintos dentro de la
iglesia, entre ellas, el evangelista. Pregunté ¿Cuál es el escenario
ministerial del evangelista aquí? ¿Hacia dónde está enfocada su función? La respuesta es… hacia la iglesia misma. ¡Qué
curioso!, afirmé, casi siempre pensamos que el evangelista tiene como auditorio
a los inconversos y no a los creyentes. Creo que observaciones como estas nos
invitan a repensar el texto, no para negar lo que venimos haciendo sino para
enriquecerlo con una mirada nueva y fresca. No negamos el auditorio inconverso
habitual sino que nos preguntamos sobre lo que el evangelista hace para equipar
a los creyentes para el ministerio. Pasemos ahora a otro texto, ¿Que dice Juan
14:2? Se hizo la lectura con tono y entusiasmo de evangelista. Pregunté
¿Cuál es “la casa del padre” a la que el texto hace referencia? Las respuestas rápidas
no se hicieron esperar… “el cielo”, dijeron todos a una voz como si se hubiesen
puesto de acuerdo. Pregunté entonces ¿Cómo
lo saben? ¿Lo dice el texto?, dijo alguien: “es que Mateo dice que…”,
interrumpí para decir que no estábamos observando a Mateo sino a Juan, diciendo
que debemos guardarnos de esa tendencia a ver rápidamente paralelos sin haber estudiado
primero el texto. Ahora, dije, comparemos Juan 14:2 con el 14:23 parece sugerir
el texto, ante la pregunta de Judas, que “la morada o la casa del padre” es la
comunidad de discípulos obedientes y amantes de las palabra. Noté entonces la
sorpresa en los rostros de mi auditorio, esa sorpresa que se da cuando te tocan
“los fundamentos”. Sigamos.
Vamos a terminar este tiempo con dos observaciones más a partir del
texto más popular en la tarea evangelizadora, exacto, Juan 3:16. Pregunté
¿Qué es la “vida eterna” en el texto? La respuesta en coro volvió a repetirse:
“es la vida después de la muerte”. ¿Cómo lo saben? Pregunté, ¿Lo dice el texto?
A ver, ¿Qué dice Juan 17:3? Allí se habla de la “vida eterna” no como una
asignación post mortem sino como una relación
con el padre y el hijo aquí y ahora. No tenemos que morir para tener vida
eterna, la tenemos ya por haber creído en Jesús como hijo de Dios. No estoy
despojando la relación con Dios de su dimensión trascendente sino más bien
afirmándola desde esta existencia, además, así respetamos el texto como
“palabra de Dios” diciendo lo que este dice. El rostro de mi auditorio se
notaba intranquilo, inquieto y hasta incómodo. Ahora, dije, si la vida eterna
es una experiencia “aquí y ahora”, la “perdición”, que en el texto está en
paralelo con “la vida eterna”, debe entonces ser una experiencia “aquí y ahora”
también. O sea, siendo más claro, “perderse” en Juan 3:16 no es irse al
infierno sino vivir cerrado al amor de Dios en Cristo. Perder la vida es no dejarse amar por aquel
que muere en la cruz.
Esta fue la forma en la
que intencionalmente toqué para mi auditorio, los evangelistas, cuatros temas
coyunturales de sus predicaciones y reflexiones. Adrede puse en la mesa el tema
del escenario ministerial, el cielo, la vida eterna y el infierno. Estoy seguro
de que muchos de nosotros (predicadores, pastores, evangelistas) ya damos por
sentado de entrada lo que este o aquel texto Bíblico dice sin revisar lo que ya
creemos que dice. Nos acercamos a la Biblia creyendo que ya sabemos todo de
ella como aquel maestro que de noche se acercó a Jesús, no con la intención de aprender y ser transformado
sino con el propósito de darle una información, de entregarle un veredicto académico:
“sabemos”. Aquí en el tratamiento de este tema, como en la lectura
general de la Biblia nos pasa lo del chiste “el asesino es el mayordomo”: se
dice que una fila de espectadores esperaba su turno para entrar a ver una
película de misterio cuando, saliendo de la sala, un aguafiestas expone en voz
alta “¡el asesino es el mayordomo!”. Por ello, la lectura de la Biblia y la
reflexión teológica han sido despojadas de todo misterio, intriga y asombro
pues ya sabemos de antemano con lo que nos encontraremos. En estos días por
ejemplo, muchos cristianos están alarmados por que Bill Condon, director de
Disney, dijo que su deseo “era arrancar las páginas de la Biblia”. Sin embargo,
no tenemos la misma preocupación con decenas de predicadores que tuercen la Escritura
a su acomodo para que ella diga lo que ellos quieren que diga; así la Palabra deja
de ser “Palabra de Dios” para convertirse en “palabra nuestra”. Los
predicadores debemos entender que nuestro acercamiento a la Biblia no es en
primer lugar para sacar un sermón para otros, sino para ser transformados
nosotros. Fin.
Excelente articulo... totalmente cierto
ResponderEliminarLa correcta y interpretación de la Palabra de Dios a través de la herramienta de la observación es maravillosa, pero muchas veces las ideas ya plantadas o doctrina adquirida se nos mezcla con lo que el Texto realmente dice.
ResponderEliminarMuchas gracias Pastor por el compartir este mensaje, el cual es de sumar a nuestra vida y comunión con el Señor.