Un vacío llamado hijo (2)
Monólogo sobre el amor y el rechazo
Os 11:1-11
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 152
El texto en esta parte termina afirmando que Dios-padre no solo llamó y
enseño a caminar, también creo vínculos: “con cuerdas humanas…”, v. 4. Completan
la escena los gestos de ternura de quien
alza hacia las mejillas al niño y se agacha para darle de comer. Es la imagen
del padre (madre) que mantienen controlado al hijo en su camino, lo tiene
aferrado para que no se caiga ni se pierda… el texto alude a la entrega de la
ley en el Sinaí y la conclusión de la alianza (Ex 19-20). La ley era como las
cuerdas que mantienen aferrado al pueblo a la alianza pactada con su Dios. La
ley es, además, el alimento del pueblo, en cuanto expresión de la voluntad de
Dios[1].
Así, la ley crea un marco referencial de relación en donde el don de la
libertad y de la filialidad se celebra y no se pervierte. La tarea de la
paternidad requiere marcos referenciales y estos marcos denotan límites para la
formación del carácter y el crecimiento sano de los hijos. Dice Marulanda:
“somos la primera generación de padres
decididos a no repetir con los hijos los errores de nuestros progenitores. Y en
el esfuerzo de abolir los abusos del pasado, somos los más dedicados y
comprensivos pero a la vez los más débiles e inseguros que ha dado la historia…
Se ha dicho que los extremos se tocan. Y si el autoritarismo del pasado llenó a
los hijos de temor hacia sus padres, la debilidad del presente los llena de
miedo y menosprecio al vernos tan débiles y perdidos como ellos. Los hijos
necesitan percibir que durante la niñez estamos a la cabeza de sus vidas como
líderes capaces de sujetarlos cuando no se pueden contener y de guiarlos
mientras no saben para dónde van. Si bien el autoritarismo aplasta, el
permisivismo ahoga. Sólo una actitud firme y respetuosa les permitirá confiar
en nuestra idoneidad para gobernar sus vidas mientras sean menores, porque
vamos adelante liderándolos y no atrás cargándolos, rendidos a su voluntad. Es
así como evitaremos que las nuevas generaciones se ahoguen en el descontrol y
hastío en el que se está hundiendo una sociedad que parece ir a la deriva, sin
parámetros ni destino”[2].
2. El desamor de Israel hacia Dios-Padre, v. 2, 3b. Con dolor Dios cuenta que su hijo Israel no le ha
correspondido. El hijo responde con rebeldía. Quien ama espera ser
correspondido, es normal. Israel se dio a la idolatría buscando el amor de otros
dioses, los baales, ofreciéndole sus dones. Baal era el dios cananeo de la
fecundidad, a quien el pueblo de Israel rindió culto (Os 2:10-15; 4:3)[3].
Dios se esfuerza por llamar a su pueblo, su hijo, por seducirlo, pero el rechazo
es contundente. Ante cada acto de amor divino, el rechazo humano del hijo
sorprende, v. 3b. Este no comprendía que era Dios quien lo cuidaba (Is 1:2-3). El
pueblo no sabe reconocer la presencia de Dios en medio de él, no es capaz de
comprender los cuidados que le hace. La idolatría seduce. Sicre dice: “Idolatría es la absolutización de cualquier
realidad creada o cualquier producto de nuestra imaginación, cuando adoptamos
ante ellos una actitud de temor, afecto o confianza absolutas”[4]. A.W. Tozer da una
brillante definición de idolatría implícita en la siguiente exhortación: “Mantengámonos
alerta, no vaya a ser que en nuestro orgullo aceptemos la noción errónea de que
la idolatría sólo consiste en doblar la rodilla ante objetos visibles de
adoración y que por tanto, los pueblos civilizados se hallan libres de ella. La
esencia de la idolatría consiste en abrigar sobre Dios pensamientos que son
indignos de Él… El corazón idólatra da por sentado que Dios es otro distinto a
quien es y sustituye al Dios verdadero por otro hecho a su propia semejanza”[5].
El problema de la
idolatría no era la simple veneración a las estatuas, sino lo que estas representaban.
Los dioses de las demás naciones representaban una cosmovisión en la cual se justificaba
la opresión y la injusticia y la acumulación de riqueza y poder sin importar
pisotear o denigrar al prójimo. Así, el tema de la idolatría para que no
parezca una pieza del museo debe actualizarse y superar el énfasis iconográfico
y pasar a la dimensión ideológica. En la Biblia el poder (militar y político) y
las riquezas son fuente de idolatría[6].
Continuará.
[1] Somos familia de Dios: encuentros Bíblicos desde la lectio divina
para una pastoral familiar. Equipo Bíblico Verbo Divino. Verbo
Divino-Estella (Navarra), 2014, p. 109.
[2] http://angelamarulanda.com/?p=103
Julio 2014.
[3] “El ataque contra la idolatría
no se reduce a la crítica contra las
formas cultuales. Bajo el manto de la idolatría, la Escritura denuncia el pálpito
de la injusticia y la perdida de la identidad nacional. Como sabemos, los antiguos
santuarios eran le ámbito en donde tenía lugar el intercambio de mercancías,
realizado bajo el auspicio de un dios., que bendecía la redistribución de los
bienes; la corrupción del santuario implicaba la alteración fraudulenta en el reparto de los bienes, eso es una forma
de injusticia. Como también sabemos, la religión antigua caracterizaba la
identidad de cada pueblo por su talante religioso, por eso el cambio de
religión alteraba la idiosincrasia nacional”. RAMIS, Francesc. Qué se sabe de los profetas. Estella
(Navarra)-Verbo Divino, 2010, p. 53-54.
[4] SICRE, José Luis. Los dioses
olvidados. Poder y riqueza en los profetas preexílicos, Ediciones
Cristiandad,
Madrid
1979, p. 16
[5] A.W.Tozer. El Conocimiento
del Dios Santo. Editorial Vida, Deerfield Florida, 1996, p.9
[6] La historia de la idolatría en
el testimonio bíblico no termina con los dioses y sus ídolos. Israel no sólo se
sintió tentado a abandonar a Yahvé para seguir a otros dioses y adorar a sus ídolos,
también pecó de idolatría al depender del poderío militar y político, propio y
ajeno (Os.10:13; 8:9; cp. 5:13; 7:8-12; 12:2; Is. 30:1-5; Jer. 2:18, 36-37; Ez.
16:23; Am 3:9-8; Mt 6:39; Lc 16:12).
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