martes, 14 de junio de 2016

Un vacío llamado hijo (1)

Un vacío llamado hijo (1)
Monólogo sobre el amor y el rechazo
Os 11:1-11
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 151
El consejero familiar Norman Wright escribió un libro bajo el título “Una vacío llamado papá”. En este el autor habla de las consecuencias psicológicas y espirituales de la “ausencia” de la figura paternal en casa o en la vida de un niño. La cuestión de la orfandad entendida como “un niño cuyos padres están ausentes o muertos pero la mayoría de los casos son abandonados por la falla económica o inmadurez de los padres”, ha sido planteada, casi siempre y como lo indica la etimología, desde los hijos abandonados o desprovisto del cuidado de sus padres. Sin embargo, hay otra cara, la orfandad presenta otro rostro muy conocido pero poco visibilizado. Este rostro está construido a partir de los padres que han sido abandonados por sus hijos, desprovistos, por circunstancias distintas, del cariño y el afecto filial por parte de sus hijos. ¿Qué sucede en la vida de un padre en cuyo corazón hay un “vacío llamado hijo”?, ¿Qué pasa en el corazón de un padre cuando la conducta actual de su hijo  no es acorde con los esfuerzos que se hicieron y los sueños que se fraguaron en la niñez?, ¿Qué actitud toma un padre frente a la rebeldía de su hijo? ¿Cuál es la anatomía del abandono y su posterior duelo?
            El texto de Oseas presenta un poema “tipo monólogo” en donde el Dios padre habla de las frustraciones como papá frente a su hijo rebelde “Israel”[1]. Ser padre no es tarea fácil, ni siquiera para Dios. Antes de mirar el texto y analizarlo hay que decir que hay dos figuras sugestivas y molestas en el libro de Oseas. 1). El amante fiel no correspondido, su esposa es una prostituta (1-3). Oseas es el amante fiel y Gomer la amante infiel, esa es la lectura a primer nivel: revela la fractura humana por un amor no correspondido. El segundo nivel de lectura revela a Dios como amante no correspondido. 2). El padre frustrado, presenta al hijo rebelde que no responde a los afectos y detalles paternos (11:1-11). El libro de Oseas nos hace a nosotros una pregunta fundamental, atrevida y desafiante… ¿hasta dónde eres capaz de llegar por amor? (Cp. Dt 21:18-21; Lv 20:10; Dt 22:22). Recordando aquí las palabras atribuidas a Blas Pascal, “el corazón tiene razones que la razón no conoce”. El texto podemos leerlo siguiendo la forma en la que Dios-Padre ama a su hijo Israel y este lo desecha, en esta dinámica la mención que hace de Egipto es fundamental, este debemos leerlo como un pasado que debió ser ya superado[2]. “Dios quiere educar a Israel en la madurez humana y religiosa. La vuelta a Egipto significa la regresión a una etapa que debió superarse para siempre… Israel no cae en cuenta que tal actitud implica un retorno a la esclavitud. El bien esta en el futuro, no en un regreso”[3]. Veámoslo.
            En primer lugar, el amor mostrado: de Egipto llamé a mi hijo, vv. 1-4. En esta parte del texto, Dios-Padre mira al pasado recordando su amor por Israel su hijo y la respuesta desagradecida de este. El amor y el desamor aquí no son abstracciones sino concreciones, Dios expresa su amor en actos concretos e Israel expresa su desamor en actos definidos. Veámoslo: 1. Amor de Dios por su hijo, v. 1, 3a, 4: recuerda que lo amó al llamarlo de Egipto, recuerda el punto inicial de la construcción de la identidad del pueblo: la liberación de Egipto. Dios enfrentó el poder opresor y liberó a su hijo como muestra de su amor (Ex 4:23; Dt 7:8). Israel era un niño indefenso en manos de poderosas fuerzas opresoras. Dios lo llamó, lo libero y enseño a caminar, de la mano de Dios-Padre Israel dio sus primeros pasos. Tal vez una alusión a su andadura por el desierto como una escuela de aprendizaje, el desierto como una dimensión pedagógica. La tarea del padre no solo es llamar a la existencia, también es sostener la existencia: a través de la enseñanza, el alimento, el cuidado, la dirección. Es ampliamente conocida la diferencia entre padre biológico y padre sustentador. Se presenta en nuestra sociedad la patología social de “los donantes de semen”, fecundan pero no sostienen. Disfrutan el placer pero no asumen el deber.  Quieren derechos sin deberes y responsabilidades. Continuará.


[1] El profeta Oseas ejerce su ministerio en el reino del norte, Israel (o Efraín). Su profecía comienza al final del reinado de Jeroboam II (738-743 a.C), y va hasta un poco antes de la invasión de los asirios en el 722 a.C. En el tiempo de Jeroboam II Israel hace una alianza de paz con el reino del sur, Judá, y ambos controlan las rutas comerciales. Un tiempo de gran prosperidad para las elites del norte (2 Rey 14:25-27; Am 6:1-7). Después de la muerte de Jeroboam II y la ascensión de Asiria en la esfera internacional, el escenario del reino del norte cambia completamente.  En Israel se forman dos facciones: una favorable a Asiria y la otra contraria. Estalla una guerra civil. En dos décadas seis reyes ocupan el trono de Israel, cuatros de ellos son asesinados. Los reyes se preocupan por mantener su trono y sus privilegios, fortaleciendo, cada vez más, sus propios ejércitos.  La situación es de total inestabilidad e inseguridad. La corrupción está instalada en la corre y en los partidos políticos (6:8-10; 7:1-7). Hay constantes conflictos con Asiria. El reino del norte hace alianza con Siria y pide que el rey de Judá haga lo mismo. Judá no acepta. Esta actitud genera la guerra siro-efraimita (734-732 a.C), cuyo resultado es la dominación de Siria y la toma de varias ciudades estratégicas del norte. Judá, por haber solicitado la ayuda de Asiria, se convierte en su reino vasallo (5:8-12). La profecía de Oseas critica a las autoridades de su época. Esta crítica va contra la monarquía y su política externa e interna, contra las élites, el sacerdocio oficial y el ejército. Él denuncia la opresión política, económica y religiosa (6:7-10).
[2] También, siguiendo a Brueggeman, el texto presenta una orientación, una desorientación y una reorientación.
[3] CROATTO, José, Historia de salvación: la experiencia religiosa del pueblo de Dios. Verbo Divino-Estella (Navarra), 2000, p. 82.

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