¿Jesús venció al mundo?
Apuntes para una lectura de Juan 16:33
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero132
No cabe duda que el
texto citado aquí, Juan 16:33, ocupa un lugar privilegiado en la piedad
cristiana y con mucha razón. La lectura devocional de las palabras de Jesús
allí consignadas alienta el alma, infunde aliento y abre puertas de esperanza
para todo creyente en tiempos de aflicción y de dolor. La forma en la que
empieza el versículo, “estas palabras he hablado”, remite al lector a lo dicho
desde el 13:1 al 16:32, es decir, el versículo 33 pretende ser conclusivo de
esta parte del discurso dado por Jesús a sus discípulos. El mensaje de Jesús busca traer a los suyos
“paz” o “reposo” (tranquilidad), esto debido a una razón clara: “las
aflicciones del mundo”; el mundo es escenario para a misión, pero este
escenario a veces se vuelve tosco, agreste
y rudo, frente a esto, la opción no es huir y negar la misión, la opción
es confiar en Jesús. El creyente tendrá aflicciones, pero son comparadas con
los dolores de la mujer que está a punto de dar a luz, o sea, cuando el
creyente sufre en virtud de su misión es porque se está “pariendo un mundo
distinto” (Cp. 16:21)[1]. Ahora,
la confianza del creyente en tiempos de aflicción está fundada en la victoria
de Jesús sobre el mundo. Esta parte final del texto se ha leído,
tradicionalmente, desde una perspectiva triunfalista: Jesús como “superman” que
saca sus poderes y derrota a los demás imponiéndose por la fuerza. Sin embargo es
ese mundo que Jesús dice que venció el que luego lo crucifica, aun después de
resucitar, el movimiento del Nazareno no pasa de estar referido a un grupo
pequeño, frágil y periférico (social y religiosamente hablando). Entonces
valdría la pena preguntarnos ¿De qué manera venció Jesús al mundo?
Quisiera sugerir que la lectura tradicional del texto
desde el lente triunfalista, en la cual Jesús “vence al mundo” cual súper héroe
de Hollywood o cual caballero del Zodiaco, es equivoca, no hace juicio al
texto, ni al mesiazgo de Jesús. Obedece más bien a una lectura desde la óptica
del cristianismo constantiniano[2]. Siendo
así, debemos preguntarnos otra vez y con más acento ¿Cómo vence Jesús al mundo?
Para responder a la pregunta debemos remitirnos al mismo texto de Juan,
especialmente a los capítulos 13:1-16:32, allí encontramos la respuesta. Debo
advertir que tal respuesta es revolucionaria, pone nuestro concepto de victoria
al revés y nos invita a replantear la cristología. Recordando así un poco las palabras de Delás Segura: “el mensaje
cristiano es escandaloso, provocador… no se ofrece como una información, sino
como un llamado a la conversión[3]. Hay
tres asuntos que quisiera resaltar. En
primer lugar, Jesús vence al mundo mostrando una forma distinta del ejercicio
del poder. Jesús, en la versión Juanina de la última cena (Jn 13:1-20),
declara que el padre le ha dado todo el poder, acto seguido esperaríamos que se
levantara y diera su “discurso de posesión”, pero de manera sorpresiva el texto
da un giro inesperado, Jesús “el todo poderoso” se levanta de la mesa y empieza
a lavar los pies de sus discípulos. Pedro
disgustado, tal vez recogiendo el concepto del grupo, no puede creer que el mesías
desperdicie su poder sirviendo y lavando pies, el mesías está para cosas
mayores. Respondiendo así, Jesús vence el “ídolo del poder” tanto político (representado
en la roma opresora) como religioso (representado en parte en la religión judía de su tiempo). Desnuda a los poderosos del mundo (sean políticos o
religiosos) que creen que ellos son los señores y los demás sus siervos.
En segundo lugar,
Jesús vence al mundo mostrando un proyecto distinto de paz. Cuando Jesús
dice “mis paz os dejo, mi paz os doy, yo no la doy como el mundo la da…” (Jn
14:1), habla a personas que sabían lo que él decía. La paz aquí referida no es
un estado de tranquilidad mental a pesar de las circunstancias, sino que tiene
que ver con un proyecto, una forma distinta de construir relaciones y sociedad,
a la manera del reino de Dios. Por ello la frase “no como el mundo la da”, es
una clara alusión a la “pax romana” o “pax Augusta” de la que gozaba el imperio
pero que se sostenía por la fuerza de las armas y el militarismo. Estas
palabras tienen un alto contenido político, si la paz fuera referida
simplemente a un estado mental de no turbación entonces quedaríamos con una fe
abstracta y sin ninguna incidencia en el mundo. ¿Entendemos porque la
crucifixión de Jesús tuvo tintes políticos? En
tercer lugar, Jesús vence al mundo desde una forma distinta de responder al
odio y a la agresión. Ante el odio del mundo Jesús responde enviando a su
Espíritu para que convenza al mundo de su extravío (Jn 16:8-10). Cuando Jesús
le dice a Pilato “mi reino no es de este mundo”, no está diciendo que su reino
es etéreo, abstracto o de las nubes; la declaración está relacionada con la
respuesta violenta de los reinos de este mundo… Jesús le dice “mis servidores
responderían con violencia” (Jn 18:36). Jesús
ha vencido al mundo, ha vencido en su aparente derrota, ha vencido desde el
amor y la entrega. Ha vencido desde el poder del servicio, desde el poder de su
paz y desde el poder de su presencia consoladora. Siguiendo a Jesús, confiando
en su “victoria” la iglesia puede llegar a ser entonces una iglesia triunfante
y victoriosa. Porque “en el mundo tendrán
aflicción, pero confíen, yo vencí al mundo”.
Fin.
Poderoso Jova. Que bendición leer tu publicación.
ResponderEliminarEs edificante. Bendiciones
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