Cristología satánica (3)
Una mirada crítica a nuestras confesiones y
experiencias cristológicas
Mrc 8:27-32
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero186
4). En medio de esta reorientación de la fe, ¿Qué significa la sentencia
“tomar la cruz”? Recodemos que esta declaración de Jesús está
enmarcada en la confesión mesiánica de Pedro (8:27) y la negativa de este al
entender al mesías que iría a Jerusalén a morir. Una vez Pedro ha “descubierto”
la identidad de Jesús, ha pegado en el clavo, Jesús le habla sobre la
“necesidad de morir” y Pedro se opone a esta idea y le reconviene. Por otro
lado, recordemos también que a estas alturas la cruz no se había convertido
aún, como hoy, en un símbolo general de sufrimiento. Hoy, cuando hacemos
referencia a una enfermedad o a algún tipo de sufrimiento decimos “esta cruz que me ha tocado llevar”. Pero no,
la sentencia “tomar la cruz” vinculada a la confesión mesiánica pronunciada por
Pedro y reorientada por Jesús no puede significar sino el hecho de empezar a
repensar al mesías, empezar a verlo desde otra óptica, con otros ojos;
convertirse del mesías violento al mesías siervo. Tomar la cruz significa vivir
la vida de Cristo, su proyecto, con la radicalidad que merece, con el dinamismo
que requiere y con la continuidad que demanda. Así, la cruz es un símbolo que
comunica la radicalidad del evangelio y el camino de transformación. Jesús NO
MURIÓ EN LA CRUZ para evitar que nosotros vayamos allí. La muerte de Jesús EN
LA CRUZ ES UN MODELO PARA IMITAR NO UN ASUNTO PARA ADMIRAR. Él nos invita a
morir su muerte para que vivamos su vida”. Así, la Biblia nos llama a morir la
muerte de Cristo, experimentar su pasión; para vivir la vida de Cristo,
experimentar su resurrección (Gal 2:20; Rom 6:1-6)[1].
Quisiera terminar con algunas reflexiones más
intencionales para nosotros hoy. 1). La teología, y en términos concretos la
cristología nace en la crisis, la crisis que genera la pregunta… ¿Y quién dicen
ustedes que soy yo? En el texto, es el mismísimo Jesús quien cuestiona y nos
invita, a partir de la pregunta, a revalorar constantemente no solo lo que
creemos de él sino también nuestra experiencia de él. Y es que “la pregunta
Bíblica, no solo es un recurso literario, sino una llamada a la inteligencia
afectiva que invita a la memoria y a la conversión del corazón”[2]. Jesús
mismo con su pregunta nos propone “la prueba acida” para que sin reparos
revisemos la cristología. No obstante, parece que la pregunta crítica y
revisionista no hace parte de la agenda de la predicación y la iglesia hoy. A
nadie le interesa saber si el Cristo a quien seguimos es el siervo de la cruz o
el satanás del poder. Es más, cualquier intento sano de hacerla hoy es mirado
con sospecha. Si las cosas van bien, si la iglesia está creciendo, si salimos
en televisión, si tenemos este templo grande e imponente, si tenemos poder
político, para qué molestarse con esa pregunta incomoda. Pero, es precisamente
allí, cuando repuntamos en las encuestas, cuando el milagro sucede, cuando nos
creemos exitosos, cuando la gente nos aplaude; es justo allí, cuando el
evangelio nos invita a cuestionar, a revisarnos, nos lleva a la autocrítica.
Notemos que es precisamente en el “momento de gloria” y “mayor revelación”
cuando Jesús incomoda con su pregunta. El patrón evangélico es el siguiente:
éxito (o momento cumbre), pregunta orientadora (o evento orientador) y
reorientación (superación del poder etílico del éxito). Es una verdadera lástima
que la pregunta cristológica no figure hoy en la agenda de nuestras
reflexiones. Los cristianos de cada tiempo y lugar hemos de retomar una y otra
vez aquella pregunta de Jesús.
2). La fe cristiana es esencialmente experiencia de la
persona de Jesús. Ahora, si nuestro conocimiento de Jesús fuera tan superficial
y deficiente… ¿Qué iglesia seríamos y que misión cumpliríamos? ¿A que Jesús seguimos
si nos dejamos llevar por imágenes falsas? Desfiguramos el rostro humano de Dios
que es Jesús, siempre que deterioramos o falseamos la verdadera imagen de
Cristo. Jesús prohibió a los discípulos difundir de él una imagen falsa, no
acorde con la misión de Dios. En la fiebre de expectación mesiánica que conmocionaba
el pueblo, muchos esperaban a un mesías libertador de Israel con poder divino
fulminante y triunfal, incluso violento; un mesías que acabase con los invasores
y con los enemigos de Israel. No era así le mesianismo de Jesús, ni era ese el reino
de Dios que anunciaba. Fomentar y divulgar esa falsa imagen de Jesús, ponía en
peligro su misión y su seguridad. Duele profundamente lo que esta aconteciendo
en Colombia hoy: un amplio sector de la iglesia evangélica coquetea con el
poder político creyendo que el Señor les ha llamado a esto y dando, como casi siempre,
un espectáculo grotesco. Como lo expresó CLADE V: “intoxicados por el poder de los
números y, con frecuencia, aliados al poder político y económico, proceden a
mercadear el evangelio, a publicitarse en los medios… y se mueven entre
símbolos de éxito[3].
Así, nos hemos convertido, en palabras de Pablo, en enemigos de la cruz (Fil
3:18): “en lugar de tomar la cruz buscamos satisfacernos a nosotros mismos. En
lugar de predicar a Cristo crucificado, hacemos publicidad de nosotros mismos.
Y en lugar de gloriarnos en la cruz, nos gloriamos en nuestra propia persona y
en nuestros éxitos. Todas estas actitudes son distorsiones que nos convierten
en enemigos de la cruz”. Continuará.
[1] La muerte en la cruz no es una
sustitución sino una representación y un modelo.
[2] ORTEGA CAMPOS, Pedro. El valor educativo de las preguntas en la
Biblia. PPC-España, 2009, p. 13.
[3] Sigamos a Jesús en su reino de vida. Cuaderno de Participación del
Quinto Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE V), p. 71.
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