Las intermitencias de la muerte I
La victoria sobre la muerte según Pablo en clave de
misterio
1 Cor 15: 51-58
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 94
La figura del apóstol Pablo es fascinante y
controversial, Wright afirma: “Pablo es un provocador tanto en el siglo XXI
como lo fue en el siglo I. En aquel entonces, algunas veces lo atacaron con
piedras; ahora le atacan con palabras”[1].
El hecho es que ante la figura paulina nadie puede quedar tranquilo y neutral.
Lastimosamente, gran parte de la predicación actual, por lo menos la
evangélica, ha domesticado a Pablo, lo ha editado para que no suene
controversial y desafiante. Me temo que,
mucha de la predicación sobre Pablo hoy, no es auténticamente paulina, es
decir, no refleja su pensamiento y teología. Esto se debe a varias razones: 1).
Porque no leemos a Pablo bajo su trasfondo hebreo sino bajo un prisma griego;
esto sucede cuando decimos, por ejemplo, que la antropología de Pablo era
tricótoma (cuerpo alma y espíritu) o cuando hablamos del rapto como escape al
cielo. 2). Porque leemos sus
controversias “contra la ley” y los judaizantes en clave de reforma, siglo XVI,
y no en clave de Judaísmo, siglo I. 3). Porque leemos a Pablo bajo el falso
dilema de que en el AT la salvación era por la ley y en el NT la salvación es
por gracia, así, divorciamos a Pablo del AT y nos quedamos con un Pablo
“docético”. 4). Porque lo sacamos de la cárcel y lo sentamos en un trono, lo
bajamos de la cruz y lo subimos a una 4x4, eliminamos sus sufrimientos por la
fe y lo vestimos de “predicador de la prosperidad”. Toda esta introducción para
decir que haré un pequeño análisis de un texto de Pablo en donde con
agresividad teológica enfrenta a su auditorio, lo confronta, lo invita a pensar,
lo desinstala y le siembra esperanza.
El
capítulo 15 de 1 a
los Corintios, después de apelar a la tradición sobre el énfasis evangélico en
la resurrección de Cristo, va a responder una pregunta fundamental, ¿cómo o en
qué forma resucitaran los muertos? Pablo hace una exposición magistral desde su
trasfondo hebreo, critica la visión griega del cuerpo y la resurrección y
planta esperanza. Ya, al final del capítulo Pablo, para reafirma y recoger todo
lo dicho, le habla a su auditorio “en clave de misterio”. Pablo ya les había hablado
del misterio (2:1; 4:1). Recordemos que en el NT “misterio” no
es algo oculto sino una verdad de Dios que ha sido revelada (Cp. Ef 5:32;
Col 1:26; Rom 16:25-27; 1 Cor 2:7). Veamos un poco el texto en tres partes así:
primero, el misterio planteado, vv. 51-52; segundo, el misterio razonado, vv.53-57;
y tercero, el misterio aplicado, v. 58. Pablo plantea entonces el misterio:
“aunque, a la venida del Señor no todos estarán muertos, todos serán transformados”.
¡Ese es el misterio! (v.23), se refiere a la transformación física del cuerpo,
no sujeto ya a la corrupción y al deterioro. El escenario para esto es bien concreto
“cuando suene la trompeta final”, esta referencia nos recuerda por un lado, el
Antiguo Testamento: el Sinaí (Ex 19:17-18), el contexto político de su tiempo:
la bienvenida al emperador. “El regreso del Señor será algo público (no
secreto) e inevitable, como cuando Dios tronó y sonó la trompeta en el Sinaí o
cuando el emperador romano llegaba de visita a sus dominios”[2].
Ahora,
Pablo empieza a dar razones para el misterio, para la transformación del cuerpo
en el escenario de la segunda venida del rey (vv. 53-57). Eleva el misterio al plano de la “necesidad”, el cuerpo debe vestirse de incorrupción y de
inmortalidad, y cuando eso pase se cumplirá la Escritura que declara la
victoria de la vida sobre la muerte (Is 25:8; Os 13:14). La base escritural que
Pablo usa hacía referencia a la restauración de Israel durante el exilio,
volver a la tierra sería derrotar los poderes de la muerte y gustar la vida, pero
los textos nos recuerdan también la experiencia de Adán, el primer exiliado y
de cómo la obra de Dios lo traería nuevamente a la vida, derrotando el poder de
la muerte que por el pecado había tomado posesión. La victoria final de la vida
sobre la muerte se interpreta entonces en “clave de exilio”. Wright dice: “como
un guerrero triunfante sobre un enemigo caído, Pablo se burla del poder que se
ha convertido en impotente”[3].
¡Valla misterio! Cuando Pablo es abrazado por el Nazareno camino a Damasco, su
teología es revisada, como judío y fariseo creía en la resurrección de todos al
final de los tiempos en el marco de la llegada del Mesías, pero ahora… va a la
cruz y Cristo no está allí, va a su tumba y la encuentra vacía; ahora se da
cuenta de que los últimos tiempos ya empezaron con la resurrección de Jesús el
Cristo, Dios está trabajando para restaurar todas las cosas, asume que la
resurrección del Mesías posibilitará la resurrección de todos; percibe que la
muerte ya no tiene poder, entonces… lanza su grito sarcástico, burlesco y
desafiante a su oponente, la muerte: “DÓNDE ESTÁ, OH MUERTE, TU VICTORIA?
¿DÓNDE, OH SEPULCRO, TU AGUIJÓN?”.
En
la última parte de la sección (v. 56), Pablo muestra una interrelación triangular
así: el reino de la muerte está
construido sobre el poder del pecado (Gen
2:17) y la ley es la que hace que el
pecado pueda percibirse por medio de la infracción. La muerte violó la ley al enrolar
en sus filas a uno que no conocía el pecado, a Jesús, de esta manera; la muerte
pierde su poder. ¡Esta es la victoria que se tiene en Cristo! ¡Este misterio
está interesante! Continuará.
[1] WRIGHT, N.T. El verdadero
pensamiento de Pablo. Clie- Terrasa, 1997, p 13.
[2] WRIGHT, Christopher J.H, El Dios
que no entiendo: reflexiones y preguntas difíciles a cerca de la fe. Vida-
Miami Florida, 2010, p 184, 185.
[3] WRIGHT, N.T. La resurrección del
hijo de Dios. Verbo Divino- Estella (Navarra), 2009, p 358.
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