CUATRO CAMINOS
Una pequeña introducción a los evangelios
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 214
“Evangelios”, así, en plural, es una alusión a un cuerpo literario del canon del NT: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Evangelio, en singular, se refiere a un contenido, a un mensaje, el de Jesús. El termino Evangelio, que traduce en griego como “Buenas Nuevas”, se usa en la LXX, versión griega del AT, por allá en Isaías 40, para hablar de las “Buenas Nuevas” del retorno de los exiliados, el fin del exilio, el inicio de una Nueva Era. Pero en tiempos de Jesús, el termino tenía connotaciones políticas. Se usaba para las proclamas imperiales de roma, el imperio del momento que gobernaba también sobre Palestina. Así, el mensaje de Jesús es “político”, no sufragista o electoral, sino que tiene que ver con la vida en la “polis”, en la comunidad, aquí y ahora. No trata de la vida en el cielo, sino de la vida del cielo aquí. No tiene que ver con el más allá, sino con el más acá. En Jesús, lo esperado, “en el más allá temporal”, está aquí, es “HOY”, diría Lucas.
¿400 años de silencio? Termina Malaquías, el AT, y abrimos la Biblia en Mateo y, en esa página blanca, entre el uno y el otro, nos dijeron que “había 400 años de silencio”, es el llamado “Período Intertestamentario (“entre los dos Testamentos”). Pero, ¿es cierto lo del Silencio? Abrimos el Nuevo Testamento y nos encontramos con literatura, personas, instituciones y otro imperio en escena, ¿Qué paso? Que no hubo silencio, de hecho, hubo mucho ruido y movimiento, mismos a los que deberíamos prestar mucha atención para entender “los tiempos de Jesús y el mensaje del evangelio en los evangelios”. Fariseos, Saduceos, Esenios, Herodianos, Herodes, Zelotes, Publicanos, Césares, Cónsules, Templo, Sinagoga, Macabeos, Apócrifos, Apocalíptica, griego, diablo, Belcebú, etc., ¿Te das cuenta?
1. MATEO, DIOS CON NOSOTROS.
Mateo, apelando al cumpliendo de “viejas
profecías”- cumplimiento aquí no como “dicta probantia”, sino como “sentido
pleno” de aquello que se dijo-nos presenta a Jesús como Enmanuel, “Dios con
nosotros”. Es lo que se le dice a José, papá adoptivo, en la Anunciación cuando
Dios mismo “se mete en el medio” de una joven pareja comprometida e interrumpe
sus planes. En términos estructurales, Mateo hace una “Inclusión” con el nombre
Enmanuel: Aparece al principio, 1:23, y otra vez al final, 28:20. Aquí, no aparece
literalmente “Enmanuel”, pero si el concepto (“Yo estoy con ustedes...”). Así,
lo que está en el medio, 5 secciones narrativas (Habla Mateo), y 5 secciones
Discursivas (Mateo le da el micrófono a Jesús), es lo que pasa cuando “Dios
está entre nosotros”. Jesús es presencia salvadora para muchos, y presencia
perturbadora para otro tanto. Su presencia es “Reconfortante y Desconcertante”.
Incómoda (¿te dice algo la crucifixión reservada solo para “rebeldes y
sediciosos?). Mateo termina afirmando la presencia de Jesús, no con Jesús en el
cielo, sino con Jesús en el suelo, en medio de los suyos. Termina con una nota
de esperanza: El Jesús resucitado sigue creyendo en el mismo grupo defectuoso
que tres días santes lo había negado. La resurrección de Jesús, es también la
resurrección de ellos, los fracasados lo rotos.
2. MARCOS, EL
HIJO DE DIOS.
Se dice que
Marcos fue el primer evangelio, es uno corto y escueto. Va al grano. Así como
Mateo, en clave de inclusión, Marcos nos presenta a Jesús como “El Hijo de
Dios”. Lo dice al inicio (la voz del evangelista), lo dice a la mitad (la voz
del Padre), y lo reafirma a final (la voz del centurión). Este último no ve a
Jesús en el Monte de la Transfiguración, sino en el Monte de la Desfiguración,
ahí, en medio de las tinieblas, él ve la luz, un “no discípulo, un no judío”,
un miembro de la fuerza opresora; fuera del templo y la religión, frente al
Cristo Impotente, ahí hace su confesión de fe. Ahora, la nominación “Hijo
Dios”, no debe leerse tanto como "Hijo de María engendrado por el Espíritu
Santo" (biología), sino "Hijo de Dios" como representante de la
divinidad, como alguien que actúa enviado por Dios, alguien que viene a regir
en su nombre (Teología). En ese tiempo, tanto los judíos como los romanos,
tenían esta, por decirlo de esta manera, "Teología del Hijo de Dios"
(Salm 2). Los teólogos hablan del “Secreto mesiánico en Marcos”, un recurso
literario y teológico, para ir descubriendo a Jesús en el camino. Jesús es
“hijo de Dios”, un que vino a servir, no a ser servido.
3. LUCAS, UN
NUEVO SER HUMANO.
Lucas es claro
en su declaración de propósito y para quien lo hace. Su narrativa tiene un
carácter pedagógico y formativo. En los relatos de infancia, Lucas 1-2, Jesús
es el mesías (líder salvador), el cumplimiento de las viejas profecías. Jesús
es el HOY, ese HOY es una puerta hermeneútica o de comprensión, se usa siete
veces en el relato (2:11; 4:21; 5:26; 12:28; 13:32,33; 19:5,9; 22:34,61;
23:43). Lucas es el evangelista “mneumatico” o del Espíritu, nada acontece sin
ese “viento mediador”. Lucas es el evangelista de los pobres, de los excluidos,
de los “nadie” (mujeres y niños). A diferencia de Mateo, que su genealogía
llega hasta Abrahán, Lucas va al principio, conecta a Jesús con Adán, es más
“universalista”, va al puro inicio. Por eso en relato de Zaqueo lo perdido y
restaurado es eso, humanidad. Jesús dice “Sean como Misericordiosos como el
Padre”, esto es, “sientan con las entrañas, tripas, el dolor de los demás”. Es
la versión evangélica del “sean Santos” de Levítico. Y los milagros, no son
muestras de la divinidad de Jesús, sino de su profunda humanidad. La
Misericordia aparece como experiencia conflictiva y escandalosa. Termina el
evangelio, como todos, con un anticlímax, un final inesperado, con la necesidad
de una Re-lectura de la Escritura, en clave de servicio, no de poder, para
sanar la vida y sanar a Teología.
3. JUAN, LAS
TRIPAS DE DIOS.
Mateo, Marcos y
Lucas, han sido llamados “sinópticos”, esto, porque tienen una “mirada común,
parecida”. Juan es el “chico diferente”. Es el evangelio más carnal, con mucha
carne. El termino griego para eso es “Sarx”, no Soma. Sarx es “humano, bien
humano. Con tripas y todo”. Dios entra
la escena humana como un simple humano, entra bajo la experiencia del rechazo
por los cercanos. Y es que, de repente uno se "encarna", se va
volviendo plenamente humano, vulnerable y "uno" con los demás, y la
institucionalidad lo rechaza, ya no lo conoce (Jn 1:11). Juan se puede leer
así: Introducción (1:1-18), el libro de las señales (1:19-12:50), el libro de
la Gloria (31:1-20:30 y epilogo (21:1-25). También se puede leer el evangelio
desde las Fiestas que presenta (Jesús las resignifica, junto al Templo y otros
símbolos e instituciones de su tiempo), desde el tema de la Hora, o desde los
“Yo soy” pronunciados.
La
“encarnación” no fue algo que pasó con Jesús ayer y fue superado, es el modelo
para la misión de la Iglesia: “Como el Padre me envió, así los envío”. Jesús es
la Palabra de Dios, la Palabra se hizo carne, no libro. La Palabra se hizo
carne. Jesús es la Palabra, por tanto, vivir la Palabra es vivir a Jesús.
Cuando decimos que "queremos vivir conforme a la Palabra", debemos
desear vivir conforme a Jesús. Los evangelios, aunque escritos de último, se
pusieron al inicio del canon. Para mí es iluminador eso, es una clave
hermeneútica o de lectura: Debemos leer el resto con los ojos de Jesús y no a
Jesús con los ojos del resto. Y, muchas veces, nuestro “evangelio es más
Paulino”, que “Jesuano”, sabe más a Pablo que a Jesús. Empieza por el principio,
lee a Pablo con los ojos de Jesús.
FIN.