lunes, 28 de marzo de 2016

¿Pasiones juveniles? (1)

¿Pasiones juveniles? (1)
Apuntes para una lectura de 2 Timoteo 2:22
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 149
Empezamos afirmando dos asuntos tocantes a la lectura y la exegesis. 1). La presunción de sapiencia, es decir, la mayoría de veces nos acercamos a textos como el que nos corresponde esta vez como si ya lo supiéramos todo de este. Nos acercamos al texto  como si este ya se hubiese agotado y su significado estuviese ya clausurado. Frente a esto sugiero la presunción de inocencia, sería acercarnos al texto de manera fresca con el propósito de ser asombrados e interrogados por este. 2). La hermenéutica pasiva, es decir, como resultado de lo primero, nuestro trabajo hermenéutico tiende a ser muy pasivo, de poco esfuerzo interpretativo y muy superficial. A partir de aquí, a veces, se perpetúan lecturas rancias y retrogradas, que obedecen más a criterios culturales y teologías foráneas, más que a la verdad Bíblica. Disfrazamos la pereza de piedad. Frente a esto propongo la hermenéutica activa, esta no es conformista, se esfuerza, lucha, cuestiona, interroga, manteniendo siempre vivo y fresco el espíritu del evangelio[1]. La hermenéutica activa nunca se acomoda, sabe que hay  mucho trecho por recorrer, concluye provisionalmente y sospecha de todo aquello que se presenta taxativamente categórico y asertivo, sin la posibilidad de otra alternativa y el disenso. Ya lo decía Freire “no hay docencia sin discensia”[2], y para nosotros, no existe construcción teológica en donde no hay posibilidad dialógica.
            Continuaremos ahora acercándonos, más o menos, a la forma en la que tradicionalmente se ha leído el texto, no nos referimos aquí a los círculos hermenéuticos especializados, sino a la lectura cuasi-devocional y especialmente la literatura de pastoral juvenil. La tendencia siempre ha sido, al leer “pasiones juveniles”, la de identificar la frase con la dimensión sexual y genital. Los jóvenes son desafiados a “huir” de la pornografía, la masturbación y las bajas pasiones sexuales. La lectura y aplicación del texto es reducida a la genitalidad y negando la sana exegesis y el “horizonte de significados”. Otra forma de leerlo es descartando la referencia sexual-genital y haciendo referencia a “ese empecinamiento de la juventud, que en ocasiones se manifiesta en una atracción hacia lo novedoso, discusiones insensatas, y debates que con demasiada frecuencia conducen a contiendas y altercados”[3]. Esta última lectura hace más juicio al texto en su contexto, sin embargo quisiera sugerir aquí una tercera vía, una tercera opción. En el verso el sustantivo “pasiones” es plural y está calificado por el adjetivo “juveniles” también plural. Este objetivo también puede traducirse como “nuevas” o “novedosas”  no haciendo referencia aquí a lo “nuevo” o “joven” en términos cronológicos y de etapas del desarrollo humano, sino más bien haciendo referencia a ideas nuevas (Mt 9:17; Col 3:10; 1 Tim 5:1). Por otro lado, el término “pasiones” (o deseos) se usa una segunda vez en la carta en el contexto del contenido de la teología y la predicación (2 Tim 4:3). Así las cosas, Pablo le dice a Timoteo: “huye, toma distancia de la pasión por lo novedoso”. Pero… ¿a qué novedades se refería el apóstol? Veamos.
            Había una en especial: la resurrección ya se efectuó, ya aconteció. Esto era declarado por Himeneo y Fileto. Esta novedad afectaba la ética y el sentido de comunidad. Veámoslo así: en primer lugar, la escatología realizada, 2 Tim 2:17-18. “Se trata, probablemente de una forma de escatología extrema, es decir, la afirmación implicaría que la plenitud del tiempo del fin, en especial la resurrección, ya se ha llevado a cabo en nuestra muerte y resurrección espiritual con Cristo…”[4]. La afirmación de esta resurrección “espiritual”, producto tal vez de la concepción griega dualista, había perturbado la fe de algunos. “Para Pablo, la negación de nuestra resurrección (futura y corporal) equivale a negar la propia fe puesto que significa negar nuestro pasado (la resurrección de Cristo en la que se basa todo lo demás) y también nuestro presente (nuestra existencia escatológica como un ya y un todavía no)”[5]. Es importante relatar el hecho de que para los autores del NT la resurrección física corporal es importante, el NT resiste la idea abstracta griega del mundo de las almas. Si Cristo resucito, afirmando la materia y la creación, también los creyentes resucitaran. Es necesario notar aquí que, contrario a la predicación en América Latina en décadas pasadas (de la cual quedan vestigios), que proclamaba la resurrección como “una vida trasmundana e inmaterial” (la sabiduría griega sentía la preocupación de liberar al hombre del lastre de la materia y la procura a un retorno al mundo del espíritu); la Biblia, en cambio, manifiesta su preocupación por liberar la materia y la naturaleza de la maldad y la malicia del hombre. En Cristo, tanto el hombre como la materia, experimentan su liberación (Cp. Rom 8:23). Muy lejos de pensar en una liberación definitiva del alma de su cárcel corporal, el NT anuncia una vida eterna en el cuerpo. Continuará.


[1] “El texto despliega hacia adelante un mundo de posibilidades  que el lector hace sintonizar a su propio mundo… fusión de horizontes. El texto niega su rigidez y el bloqueo del sentido pasado como único sentido ya clausurado”. CROATTO, José Severino. Hermenéutica Bíblica: para una teoría de lectura como producción de sentido. Lumen-Argentina, 1994, p. 80.
[2] FREIRE, Paulo. Pedagogía de la autonomía. Paz e a terra S.A, 2004, p. 8.
[3] FEE, Gordon. Comentario de las epístolas a 1 y 2 de Timoteo y Tito. Clie-Barcelona, 2008, p. 303.
[4] Ibid, p. 296.
[5] Ibid, p. 296. 

lunes, 14 de marzo de 2016

Dios enamorado (2)

Dios enamorado (2)
Apuntes para una lectura de Juan 3:16
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 148
En tercer lugar “que dio a su hijo único”[1]. Notemos aquí que la fuerza del argumento no está en el sustantivo amor, de hecho, Juan usa agape y fileos de manera indistinta jugando con la cadena lingüística sin darle más o menos importancia a uno u otro sustantivo (Jn 21:15-19). La fuerza entonces no está en el sustantivo, como popularmente se ha pensado y predicado, sino en el verbo: dar, entregar. Esto es similar a lo que pasa con nuestras expresiones de amor hoy: la gracia no está tanto en decir que amamos (la confesión verbal) sino en mostrar que amamos a través de actos concretos y puntuales (la demostración puntual).  Por otro lado, el verbo “dio” no es tanto una referencia al sacrificio sustituto o vicario, como si la muerte fuese lo único que importara para cambiar un estado legal en el cielo, creo que el verbo se refiere a la categoría amplia de la encarnación y a todo lo que esta implico, incluyendo la muerte por supuesto (Jn 1:1-18). A Dios no le conocemos por ideas o discursos abstractos sino  por su divinidad envuelta en humanidad, se hizo carne y se dio a sí mismo. Ahora, cuando leemos la frase “hijo de Dios”  generalmente lo hacemos a la luz de los relatos de infancia de Mateo y Lucas con su acento en la concepción virginal y por el poder del Espíritu (Mt 1:18-24; Lc 1:34-56). Sugiero que debemos leer la cuestión de “hijo de Dios” a la luz del AT. Aquí, Israel es hijo de Dios y tenía una misión (Ex 4:23): dar a conocer a Dios, ser testigo de él ante las naciones (Is 40:9). Pero Israel fracasó. Ahora Jesús como mesías, es el clímax del relato, como verdadero Israel, el hijo de Dios, es enviado al mundo para comunicar vida.
            En cuarto lugar “para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Aquí se vuelve a enfatizar nuevamente el carácter o la política universal del reino “todo aquel”. Pero también se habla de la acción-respuesta del mundo: “creer”. Aquí, “creer” no es un asentimiento intelectual frente a credos, hipótesis teológicas o abstracciones conceptuales sobre Jesús; significa amarle, entregarle totalmente el corazón, la lealtad, la fidelidad y el compromiso (Cp. Dt 6:4). Este es el camino hacia una nueva vida. Creer en Jesús es dejarse amar por Dios. Pero no solo se habla de creer, también se puntualiza el objeto de esa fe: “en él”. Hoy se habla mucho de fe, la literatura de “superación personal” nos invita a confiar en nosotros, a tener fe en nosotros mismos, el evangelio… nos invita a ver al crucificado, a depositar la confianza en Dios para corregir los autoconceptos y las autoestimas. Al final nos habla de los resultados de creer: “no perderse sino tener vida eterna”. En términos generales los cristianos piensan que “vida eterna” es una asignación postmortem, una condición de la que disfrutaran aquellos que mueran en el Señor cuando estén en el cielo. Sin embargo para Juan la “vida eterna” es una asignación temporal y presente, “aquí” y “ahora”, definida como una relación con el hijo y el padre (Jn 17:3). En contraste la “condición de perdido o muerto” no es tampoco una asignación postmortem en el infierno, es la negación de una relación “aquí” y “ahora”; es no dejarse amar.
            Creo que uno de los grandes asuntos que podemos trazar a la luz de este texto es el hecho de replantear nuestras imágenes de Dios. Depurarlas, dejar a Dios ser Dios. Hay que sanar nuestras imágenes de Dios, necesitamos curarlas. Tener malas imágenes de Dios es una enfermedad. Daña el espíritu y pervierte la espiritualidad[2]. Sugiero que hay varias fuentes desde donde han brotado imágenes torcidas y dañadas de Dios. Primero, la fuente eclesial. Aquí el canal ha sido la teología de la predicación. La forma en la que hemos comunicado a Dios, un Dios con garrote y airado[3]. Segundo, la fuente familiar. La imagen que tengamos de Dios depende en parte de nuestras vivencias y convivencias familiares, especialmente la imagen que tuvimos de nuestros padres. Hay muchos que no pueden experimentar el amor de Dios padre hoy por la imagen de terror que les quedó de sus padres en casa. El miedo es un obstáculo grande para experimentar el amor de Dios. La tercera fuente, la cultura. La cultura del “macho” que mira con sospecha eso de dejarse amar pues lo considera como un acto de cobardía y de debilidad. Perpetuando así las formas de dominio, autoritarismo y hasta los ciclos de violencia. La cuarta fuente, la comercial. En una cultura en donde prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay motivos para sorprenderse de que nuestra concepción el amor siga el mismo esquema que gobierna el mercado de bienes y servicios[4]. Pero, DIOS NOS AMA, nos invita a dejarnos vencer y seducir por su amor, a reconocer nuestras heridas y mirar al crucificado. Fin.

[1] “único” es mejor traducción que “unigénito” (1:14,18).
[2] MARDONES, José María. Matar a nuestros dioses: un Dios para un creyente adulto. PPC-Madrid, 2013, p 9.
[3] Fácilmente las personas ven imágenes de un Dios de ira en el Antiguo Testamento. Comencemos a cambiar esta concepción estudiando pasajes que establecen claramente que la misericordia de Dios es más grande que su ira y entonces intentemos leer el Antiguo Testamento desde este punto de vista. Señalemos que el amor de Dios y el pacto precedieron a la ley. El amor de Dios no está condicionado a la obediencia humana ni siquiera en el Antiguo Testamento… La frase "Dios es amor" también se oye habitualmente en coros provenientes de iglesias en América Latina. ¿Concuerdan las palabras con lo que las personas sienten? Stan Slade ha presenciado muchas reuniones de iglesias en América Central. Él observa que "Dios es confesado como bueno, pero experimentado como lejano, estricto y, aunque nadie se atreve a decirlo, injusto."   https://profmarkbakerdotcom.files.wordpress.com/2015/04/gdautla-sp-2015-1.pdf  24/02/2016.
[4] FROM, Erich. El arte de amar. Paidos-España, 2014, p 12. 

lunes, 7 de marzo de 2016

Dios enamorado (1)

Dios enamorado (1)
Apuntes para una lectura de Juan 3:16
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 147
El versículo objeto de esta reflexión es tal vez el verso más popular y conocido de toda la Biblia.  Ha sido llamado “la Biblia en miniatura” o el “corazón del evangelio” porque resume el mensaje de Dios para su creación. Pero no solo es Dios comunicando desde las nubes, desde la lejanía, desde la distancia. No. El texto nos dice cómo es Dios en esencia, cómo se revela o manifiesta y hasta donde es capaz de llegar por sus creaturas. Ahora, nuestra familiaridad con el texto hace a veces que este vaya perdiendo su fuerza, su significado, hasta el punto de que ya el texto no nos diga nada, el texto se nos vuelve paisaje; tan familiar que ya no nos interroga y pierde su capacidad de asombrarnos.  Quisiera esta vez proponer algunas pautas que nos ayuden a entender mejor el texto en mención y a la vez genere agendas de reflexión, experiencia y predicación. Empecemos.
            En primer lugar “porque”. Empezamos con esta conjunción causal o de causa (esto por esto o aquello) que nos recuerda la vieja máxima hermenéutica que reza así: “un texto fuera de contexto es un pretexto”. Nos advierte así que para entender el versículo es necesario leerlo dentro de un marco narrativo que le sobrepasa, dentro de un cuadro más amplio. El “porque” nos invita a mirar hacia atrás, nos convoca a salir de la miopía lectora que nos ha dejado la enfermedad de la “versiculitis”. El marco narrativo amplio es uno de los diálogos más famosos de toda la Biblia, el de Jesús y Nicodemo. El verso expresa la razón divina respecto al propósito que Dios mismo tiene en Jesús: la vida eterna para quienes creen en él (v. 15)[1].  El verso nos dice ¿qué es lo que motiva a Dios?, ¿qué móviles hay detrás de este proyecto? Nicodemo sale de escena y el lector queda “atrapado” en el diálogo, siendo aludido directamente por el mensaje del texto. De esta manera, “los porque” nos conectan con el pasado, nos invitan a la reflexión, a pensar en razones, a ampliar los marcos de acción, referencia y juicio.
            En segundo lugar “de tal manera amó Dios al mundo”. Esta parte nos presenta tanto el sujeto del amor, “Dios”; y el objeto del amor “el mundo”. Nos presenta a quien ama y a quien se ama. La idea de que Dios ama no es nueva, viene del AT. Contrario a lo que algunos piensan el AT revela a un Dios profundamente enamorado, la palabra hebrea hesed está relacionada con el amor de Dios demostrado en la elección y liberación del pueblo de Israel; expresado metafóricamente a través de las figuras del goel, el matrimonio y la paternidad (Cp. Ex 15; Ez 16; Os 1-2;11).  Dios amó a Israel, su hijo, salvándolo, liberándolo. Las narrativas lo cuentan, los profetas proclaman esta realidad, los salmos lo celebran y el pueblo lo experimenta (Salm 136). Recordemos que la elección amorosa de Dios a Israel era instrumental, es decir, no se da descartando a otros pueblos sino más bien pensando en los demás pueblos (Gen 12:1-3). Dios amó al mundo a través de Israel. Recordemos que la palabra mundo tiene en la Biblia al menos tres acepciones: social (personas) moral (valores)  y espacial (creación). Aquí en Juan, mundo es esencialmente el escenario para la misión; todo lo humanamente desarrollado mediante las diferentes culturas y sus respectivos sistemas de dominio. Este escenario no se presenta siempre gustoso o amistoso con el proyecto de Dios, la creación mira con sospecha la visita de su creador (1:12). Pero aun así Jesús responde con amor y presencia a la hostilidad del mundo; ¡esa es su victoria! (Jn 16:33).
              El proyecto del padre es universal “al mundo”, está comprometido de manera amplia con todo el mundo. Que extraño, esperaríamos a un Dios avivado por la ira, uno que castiga al mundo, que odia al mundo o que lo abandona, pero… ¿un Dios que ama al mundo?, ¿A este mundo? ¡Sí! El ama a los rompecorazones, a ladrones de esperanzas y extintores de sueños que transitan por todas partes. A Dictadores que se imponen. Explotadores que causan dolor. Ministros del evangelio que se creen dignos del título. A moralistas que dividen el mundo en dos: los buenos y los malos. A prostitutas, a homosexuales, a lesbianas… incluso a religiosos y políticos. Nos ama a todos. Este proyecto universal (al mundo) y emocional (amó) desconoce, menos mal, la discusión legitima y a veces rancia entre calvinistas y arminianos. No sabe de la expiación limitada (a Dios no le avisaron) y desconoce las actuales discusiones sobre la predestinación con la caricatura del dios tirano y arbitrario. Contrario a esto, el proyecto es ilimitado, se sobró, se desbordó. Pero tenemos que reafirmarlo, si, a este mundo loco Dios lo ama. Este mundo con el corazón endurecido y cuello erguido. Nos inclinamos ante vacas doradas y dioses a nuestra “imagen y semejanza” y él nos ama. Votamos por los corruptos de siempre y él sigue amándonos. No acabamos de sacudirnos de nuestras corrupciones internas y él sigue allí. Luchamos todos los días con nuestros profundos quiebres sexuales y él nos ama. Metemos las narices en donde no debemos y el sigue en pos de nosotros. Huimos del único que puede ayudarnos y él no se da por vencido. Él ama. Él persigue. Él persiste. Tan importante es este asunto que el apóstol Pablo ora para que los creyentes puedan entender la altura, la anchura, la largura y la profundidad del amor de Dios (Efe 3:16-18). Continuará.


[1] “Muchos eruditos coinciden en señalar que 3:16-21 constituyen las reflexiones o mediaciones escritas por Juan… con el versículo 16 leemos el comentario de Juan sobre la importancia  de las palabras de Jesús a Nicodemo”. BURGE, Gary M. Juan, del texto Bíblico a una aplicación contemporánea. Vida-Miami, 2011, p 116.