Antimanual
del matrimonio
Las
relaciones matrimoniales en 3D
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 86
No creo en los vendedores de certezas; miro con
sospecha a aquellos que se presentan como grandes “gurúes” en sus áreas de
conocimiento y van sentando tesis y posiciones sobre cualquier cantidad de
temas sin contemplar la posibilidad de estar equivocados, o la posibilidad de
una lectura diferente o por lo menos, la posibilidad de un… “no se” (con aire
de asombro y misterio). Me asusta el señor Fabián Sanabria, decano de la
facultad de sociología de una prestigiosa universidad del país, a quien, frente
a cualquier problema social del país, consultan los noticieros con mayor rating, en sus aseveraciones, dicho
sociólogo deja entrever que no es posible otra lectura diferente. El hecho es
que, la familia, el matrimonio y, las relaciones familiares en términos
generales, no escapan al fenómeno de los “vendedores de certezas”. La señora
Flavia Dos Santos, por ejemplo, imparte
consejo a diestra y a siniestra, y lo hace con tono catedrático. Particularmente
me acerco al tema de la familia con mucho temor y temblor; es un asunto muy
complejo. Aquellos que estamos casados y tenemos hijos sabemos que no hay libro
o consejero con la última palabra, que los títulos como “diez secretos para una
familia feliz” o “cinco claves para un matrimonio exitoso”, deben ser mirados
con sospecha.
Reza el dicho popular que “cada niño
viene con el pan debajo del brazo”, haciendo referencia a su alimentación; lo mismo sucede con la crianza y el matrimonio:
cada niño viene con su libro o manual bajo el brazo y con cada matrimonio pasa
lo propio. Con esto quiero decir que, la paternidad y la crianza de cada niño
es bien particular y que cada matrimonio
es sui generis. El texto del Génesis
(2:24-25), presenta un comentario del autor en donde da la razón de la unión
entre el hombre y la mujer. Leámoslo: “24 Por tanto el hombre dejará a su padre
y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 25 Y estaban ambos desnudos, el hombre y su
mujer, y no se avergonzaban”. Cuando el hombre ve a la mujer y contempla en
ella su complementariedad y percibe el
fin de su soledad, se une a ella y por ello el autor emite la razón de la cual
hablamos. A la luz de este texto y sin ánimo de sentar tesis, pero si invitar a
la reflexión, quisiera sugerir, brevemente, tres líneas gruesas sobre el matrimonio y la
relación de pareja. Hablaré del matrimonio en tres dimensiones o en 3D.
Observen
la progresión que se da en el texto: "dejará", "unirá" y
"llegar a ser...". Ahora en
detalle: en primer lugar, el matrimonio implica una ruptura con el pasado:
"dejar a padre y madre", implica entregar las llaves del "hotel
mami", y entregarse el uno al otro en esta nueva dimensión.
"Dejar" aquí no significa "abandonar" pero si entender que
estamos entregados a un nuevo proyecto de hogar y merece toda nuestra entrega y
fidelidad. Mamá y papá ya son secundarios en esta etapa. Eso es difícil
entenderlo pero es necesario, si es que se quiere construir una relación sana.
Mamá y Papá merecen nuestro respeto y honra; pero mi esposa merece que me
sacrifique por ella. La declaración que hace Génesis 2 invierte por
completo la escala de valores del mundo. Este texto es revolucionario pues en
ninguna cultura de la antigüedad renunciaba un hombre a cosa alguna para
casarse con una mujer; las mujeres no eran consideradas dignas de tal sacrificio,
ella tenía que sacrificarlo todo el día de su matrimonio. La perspectiva divina
es que el hombre debe tener a la mujer en tan alta estima que ha de estar
dispuesto a sacrificar cualquier cosa (incluso a aquellos que le dieron su
posesión más preciosa: su vida) ¡para unirse por siempre a ella! En
el capítulo 12 del Génesis Abraham es invitado por el Señor, Dios de la
alianza, a realizar su vocación de esposo y padre según las razones de Génesis
2:24: abandonar a padre y madre para convertirse en padre de un gran pueblo.
En segundo lugar, el matrimonio
implica un pacto presente: "unirse a una mujer u hombre". Esta unión
es emocional o psicológica, es física (expresada en la genitalidad y el
contacto físico) y es existencial: implica proyectos de vida comunes,
pero sin que la individualidad se anule. El matrimonio no es el cementerio de
los sueños sino el espacio en donde se hacen realidad. En la Latinoamérica
machista, basada en la relación dominación-dependencia desde tiempos de la
conquista, el matrimonio para la mujer es un cementerio en donde sus sueños
quedan sepultados. Tal vez por ello, se percibe en muchas mujeres el desdén
hacia el matrimonio y la defensa del amor “libre” y sin “dominaciones”. Entonces,
unirse significa que "UNO más UNO es igual a UNO". Cuando la suma da
como resultado DOS, entonces la relación debe revisarse.
El matrimonio implica, en tercer
lugar, una apertura al futuro (sentido
de trascendencia): "llegar a ser". Esto comunica que la relación no
se nos entrega construida, dada o realizada, sino que el matrimonio es un
proyecto en "obra negra". Esta dimensión critica a los reduccionismos
que del hombre se postularon en el siglo XX: el positivismo, el cientifismo y
el materialismo, que nos legaron una antropología ya acabada y concluida (El hombre en su mayoría de edad, según la sentencia kantiana). En resumen:
la relación matrimonial implica la ruptura con una pasado (dejará), el
compromiso con un presente (unirá) y la expectativa comprometida con un futuro
(llegar a ser). Así se dan las tres dimensiones: pasado, presente y
futuro. El matrimonio, de esta manera, se convierte en un camino, un proyecto
que no se nos entrega concluido sino para construir. Estas dimensiones que
denotan el no-acabado, imprimen a la relación frescura y combaten el óxido y lo
rutinario. Fin.