miércoles, 26 de marzo de 2014

Antimanual del matrimonio

Antimanual del matrimonio
Las relaciones matrimoniales en 3D
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 86
No creo en los vendedores de certezas; miro con sospecha a aquellos que se presentan como grandes “gurúes” en sus áreas de conocimiento y van sentando tesis y posiciones sobre cualquier cantidad de temas sin contemplar la posibilidad de estar equivocados, o la posibilidad de una lectura diferente o por lo menos, la posibilidad de un… “no se” (con aire de asombro y misterio). Me asusta el señor Fabián Sanabria, decano de la facultad de sociología de una prestigiosa universidad del país, a quien, frente a cualquier problema social del país, consultan los noticieros con mayor rating, en sus aseveraciones, dicho sociólogo deja entrever que no es posible otra lectura diferente. El hecho es que, la familia, el matrimonio y, las relaciones familiares en términos generales, no escapan al fenómeno de los “vendedores de certezas”. La señora Flavia Dos Santos, por ejemplo,  imparte consejo a diestra y a siniestra, y lo hace con tono catedrático. Particularmente me acerco al tema de la familia con mucho temor y temblor; es un asunto muy complejo. Aquellos que estamos casados y tenemos hijos sabemos que no hay libro o consejero con la última palabra, que los títulos como “diez secretos para una familia feliz” o “cinco claves para un matrimonio exitoso”, deben ser mirados con sospecha.
            Reza el dicho popular que “cada niño viene con el pan debajo del brazo”, haciendo referencia a su alimentación;  lo mismo sucede con la crianza y el matrimonio: cada niño viene con su libro o manual bajo el brazo y con cada matrimonio pasa lo propio. Con esto quiero decir que, la paternidad y la crianza de cada niño es bien particular y  que cada matrimonio es sui generis. El texto del Génesis (2:24-25), presenta un comentario del autor en donde da la razón de la unión entre el hombre y la mujer. Leámoslo: “24 Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.  25 Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban”. Cuando el hombre ve a la mujer y contempla en ella su complementariedad  y percibe el fin de su soledad, se une a ella y por ello el autor emite la razón de la cual hablamos. A la luz de este texto y sin ánimo de sentar tesis, pero si invitar a la reflexión, quisiera sugerir, brevemente,  tres líneas gruesas sobre el matrimonio y la relación de pareja. Hablaré del matrimonio en tres dimensiones o en 3D.
          Observen la progresión que se da en el texto: "dejará", "unirá" y "llegar a ser...".  Ahora en detalle: en primer lugar, el matrimonio implica una ruptura con el pasado: "dejar a padre y madre", implica entregar las llaves del "hotel mami", y entregarse el uno al otro en esta nueva dimensión. "Dejar" aquí no significa "abandonar" pero si entender que estamos entregados a un nuevo proyecto de hogar y merece toda nuestra entrega y fidelidad. Mamá y papá ya son secundarios en esta etapa. Eso es difícil entenderlo pero es necesario, si es que se quiere construir una relación sana. Mamá y Papá merecen nuestro respeto y honra; pero mi esposa merece que me sacrifique por ella. La declaración que hace Génesis 2 invierte por completo la escala de valores del mundo. Este texto es revolucionario pues en ninguna cultura de la antigüedad renunciaba un hombre a cosa alguna para casarse con una mujer; las mujeres no eran consideradas dignas de tal sacrificio, ella tenía que sacrificarlo todo el día de su matrimonio. La perspectiva divina es que el hombre debe tener a la mujer en tan alta estima que ha de estar dispuesto a sacrificar cualquier cosa (incluso a aquellos que le dieron su posesión más preciosa: su vida) ¡para unirse por siempre a ella! En el capítulo 12 del Génesis Abraham es invitado por el Señor, Dios de la alianza, a realizar su vocación de esposo y padre según las razones de Génesis 2:24: abandonar a padre y madre para convertirse en padre de un gran pueblo.
              En segundo lugar, el matrimonio implica un pacto presente: "unirse a una mujer u hombre". Esta unión es emocional o psicológica, es física (expresada en la genitalidad y el contacto físico)  y es existencial: implica proyectos de vida comunes, pero sin que la individualidad se anule. El matrimonio no es el cementerio de los sueños sino el espacio en donde se hacen realidad. En la Latinoamérica machista, basada en la relación dominación-dependencia desde tiempos de la conquista, el matrimonio para la mujer es un cementerio en donde sus sueños quedan sepultados. Tal vez por ello, se percibe en muchas mujeres el desdén hacia el matrimonio y la defensa del amor “libre” y sin “dominaciones”. Entonces, unirse significa que "UNO más UNO es igual a UNO". Cuando la suma da como resultado DOS, entonces la relación debe revisarse. 
            El matrimonio implica, en tercer lugar,  una apertura al futuro (sentido de trascendencia): "llegar a ser". Esto comunica que la relación no se nos entrega construida, dada o realizada, sino que el matrimonio es un proyecto en "obra negra". Esta dimensión critica a los reduccionismos que del hombre se postularon en el siglo XX: el positivismo, el cientifismo y el materialismo, que nos legaron una antropología ya acabada y concluida (El hombre en su mayoría de edad, según la sentencia kantiana). En resumen: la relación matrimonial implica la ruptura con una pasado (dejará), el compromiso con un presente (unirá) y la expectativa comprometida con un futuro (llegar a ser). Así se dan las tres dimensiones: pasado, presente y futuro. El matrimonio, de esta manera, se convierte en un camino, un proyecto que no se nos entrega concluido sino para construir. Estas dimensiones que denotan el no-acabado, imprimen a la relación frescura y combaten el óxido y lo rutinario. Fin. 

lunes, 17 de marzo de 2014

Yo me llamo… Lea (III)

Yo me llamo… Lea (III)
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 85
Retomemos mi historia; perdónenme esa interrupción, es que, el recuerdo del dolor y la tragedia familiar y política de la violación de mi hija Dina están aún latentes en mi retina. Los quiebres en la sexualidad son, tal vez, los más complejos, duros y difíciles de llevar y las consecuencias, a nivel individual, están clasificadas entre las mortales y las no mortales[1]. Cuando un hombre por la fuerza penetra el recinto más íntimo de una mujer, daña su alma para siempre. Lo positivo es que, de una u otra forma, el autor del Génesis vísibiliza a las victimas y pone en evidencia a los victimarios.  Quisiera terminar esta charla de auto presentación hablando de un encuentro, una sorpresa y algunas reflexiones. Bueno, empecemos con el encuentro. Ya adentrado en años, mi esposo Jacob decide salir de las toldas de mi papá y emprender el camino a su tierra, la salida fue bastante traumática: Jacob cobró él mismo todos los años de servicio en casa de mi papá de manera inusitada y salimos, literalmente, huyendo; además, mi hermana Raquel se llevó unos ídolos que eran muy apreciados para mi padre y esto hizo que su enojo fuera doble. Mi papá nos persiguió, nos encontró, nos increpó y nos reconciliamos. En cierto sentido, estas son cuentas que Jacob, de vuelta a su tierra, va saldando. Ahora se enfrenta con la cuenta más grande a saldar, su pasado se hace presente y tiene que enfrentarlo. Se prepara para el encuentro con su hermano Esaú.
            Jacob está, como dicen ustedes coloquialmente “embolsao”; tiene miedo, siente temor  y no es para menos; la última vez que vio a su hermano, este le apuntaba con un arco mientras él huía. No sabe si se encontrará con un monstruo que ha cultivado por años su sed de venganza o con un ser humano que ha sanado porque cree que la mejor venganza es la del amor y el servicio. Jacob toma medidas, se previene: ora, organiza el campamento de manera estratégica, manda emisarios adelante. Se queda solo. Allí, en soledad tiene una lucha, toda la noche, con un extraño personaje. Noten que las grandes crisis y decisiones ha tenido que enfrentarlas en la noche, en lo oculto, en lo privado. El hecho es que después de esa noche Jacob llegó cojeando como resultado de un encuentro, según él, con Dios. Tal vez su nervio ciático fue tocado y ahora no caminaba como antes. Este encuentro posibilita el encuentro con su hermano. Además, llega con un nombre nuevo, ya no es Jacob sino Israel. Jacob ha tenido un encuentro con Dios y salió vencido. Quisiera recomendarles que cuando alguien haga alarde su espiritualidad y su “experiencia con Dios”  puedan preguntarle sobre su cojera. Jacob se encuentra con su hermano Esaú y descubre que este ya lo había perdonado y por ello concluye que al verlo así, libre de rencores y al día con su pasado, ha visto el rostro de Dios. Y es que solo reflejamos a Dios cuando tomamos una actitud perdonadora.
            Bueno, respecto a la sorpresa, ya lo decía, fue una verdadera sorpresa el hecho de ver a mi esposo cojeando, tan débil, tan frágil, tan vulnerable, tan endeble; del otrora hombre guerrero, ágil, tramposo; ya no quedaba nada. Tal vez por la sencilla razón, de la cual gran parte de nuestra espiritualidad carece hoy, de que todo encuentro con Dios implica cambios. Todo encuentro con Dios te debilita, por ello, tengo entendido que un discípulo de Jesús llamado Pablo dijo que el Señor le había expresado: “que mi gracia sea suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”. Ahora ningún ejército del mundo enrolaría a Jacob para los suyos, pero era parte ahora del ejército de Dios. Jacob era ahora un minusválido, no concursaba para predicar en una afamada “iglesia” Colombiana. Quisiera sugerir que el relato de Jacob, no es la historia de un hombre que se sale con la suya, sino la narración que nos muestra la forma en la que Dios lleva sus planes a pesar de hombres como Jacob. Es un relato de gracia. Es curioso, he observado con sorpresa ciertos modelos de espiritualidad en América Latina  que, en contraste con el de Jacob, nos proponen la espiritualidad de la “ganancia” y no la de la “pérdida”. La espiritualidad en donde se gana: bendiciones, casa, carro, éxitos personales; pero no se habla de lo que hay que perder, lo que hay que soltar. El relato de Jacob nos propone una espiritualidad de la “pérdida”: de tu ego, de tus propias fuerzas; para depender siempre de Dios y de su Espíritu.
             Para concluir, algunas reflexiones. Mi vida tomó algunos tonos grises; ustedes lo saben. Fidel Castro pronunció una frase que recordamos aún, frente a la invasión de Cuba y el golpe del gobierno de aquel entonces, dijo: “la historia me absolverá”. Cuando leo el comentario que de mi hace el autor de Rut, me alegro y me lleva a pensar que, definitivamente la vida se ve mejor por el retrovisor, es decir; hay circunstancias presentes que no entenderemos con todas sus dimensiones sino cuando hacemos de ella una evaluación futura. El texto de Rut dice que Raquel y Lea edificaron la familia de Israel. La historia me absolvió. ¡Qué bueno pasar a la historia como alguien que construyó, que edificó! Yo fui quien dio a luz a Judá, de donde siglos después viniera Jesús el mesías y por el cual ustedes tienen hoy salvación. Jesús, del mismo modo que el feminismo ha hecho “visible” la injusticia e inequidad de las relaciones humanas, cuestionó a la sociedad de su tiempo respecto al papel de la mujer. Él hizo de ellas las primeras anunciadoras del evangelio al darles la primicia de la resurrección. Esta es mi historia, y... ¿cuál es la tuya?, ¿cómo te llamas? Fin.


[1] LEÓN, M y MORILLO C. Sexualidad e Iglesia, memorias de la consulta nacional. UCU-Bogotá, 2013, p 51.