lunes, 29 de julio de 2013

Joel, el profeta pentecostal: apuntes para su lectura. Parte I.

Joel, el profeta pentecostal: apuntes para su lectura. Parte I.
La devastación.
Joel 1:1-2:11
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 65
Las primeras palabras de este pequeño, pero complejo, libro empiezan diciendo que este mensaje no es de Joel, él apenas es un instrumento, un medio; el mensaje es de Dios. Además este encargo es todo un acontecimiento, por ello dice “la palabra le aconteció o le sucedió” (v.1). Así, la palabra de Dios es acontecimiento, es suceso; pero la palabra también convoca a un suceso, a un acontecimiento[1]. Pero, ¿De qué trata? ¿A qué acontecimiento o suceso se quiere convocar?, no se pierda entonces, querido lector, semejante acontecimiento, ¡déjese convocar por esta palabra!, ¡escuche este mensaje!, ¡viva este suceso!, ¡evalúese a la luz de este hecho! De esta manera, valiéndose de la imagen de la invasión de langostas para aludir una invasión militar extranjera y sus consecuencias a su pueblo, el profeta convoca al arrepentimiento, habla de restauración y señala vindicación[2].
            El suceso de las langostas y sus consecuencias, es tan monumental; que todas las fuerzas sociales son convocadas a reaccionar frente a este y no quedar neutrales. En el primer grupo de convocados están los ancianos; a ellos se les manda a conservar este acto en la memoria de tal manera que pueda ser contado de una generación a otra. Este acto sin precedentes por sus consecuencias y magnitudes será cita obligada en la historia del pueblo (vv.2-4). El segundo grupo es el de los borrachos; las consecuencias de la invasión se ven reflejadas en la falta de vino (vv. 5-7). Hasta el mismo Dios ha quedado sin vino “mi vid y mi higuera”. El tercer grupo convocado es, al parecer, Jerusalén; a ella se le dice que se vista de luto porque en el templo no hay para las ofrendas, los sacerdotes hacen duelo y la tierra también se enluta (vv.8-10). El cuarto grupo es el de los agricultores; a ellos se les manda a llorar por la situación del agro (vv. 11,12). El quinto grupo es el de los sacerdotes; a ellos se les insta a hacer duelo y a convocar al pueblo a actos de constricción (vv.13-18). Para cerrar la convocación, el mismo profeta es tocado por su mensaje. El profeta no es como un presentador de noticias que desde su set cuenta los problemas de una región; el profeta es como el desplazado que cuenta su propia tragedia, como el secuestrado que desde la montaña manda un mensaje. El profeta, como intérprete de la realidad de su pueblo, es tocado por su mensaje, sufre por lo que ve y comunica y responde en oración (vv.19, 20).
            El problema sigue acentuándose, con la ruptura de la armonía surge la tristeza tanto en el templo como en el campo. La invasión y destrucción es magistralmente ampliada (2:1-11). Hasta aquí hay algunos elementos retóricos importantes que no podemos pasar por alto. El primer elemento es el de la imagen de las langostas, estas no solo deben ser leídas a la luz de las  maldiciones del Deuteronomio (Dt 28), sino también como una ironía: las langostas fueron una de las plagas con las que Dios castigo a Egipto; es decir, el pueblo está por vivir un éxodo al revés. El segundo elemento es el de la asonancia que el autor hace con el nombre de Dios: el texto dice que el Dios todopoderoso (shaday) envía calamidad o destrucción (shod). La devastación será, como el nombre de Dios, todopoderosa (1:15). Es decir; la crisis es del tamaño de Dios y tan poderosa como él, hasta su mismo nombre se vuelve de malagüero. El tercer elemento es el que se da en torno al “día del Señor”, el acento está en que ese día será oscuro. Y el cuarto elemento está en el contraste que se hace con la situación actual de la tierra: “como el Edén”, y la situación final como resultado de la devastación: “como un desierto”, se propone una des-creación. No solo habrá un éxodo al revés sino también una creación al revés. Creación y liberación serán dos eventos necesarios para el pueblo dada su condición política, religiosa y moral.
            Hasta aquí podemos anotar algunos detalles a manera de aplicación y agenda para la lectura del libro y la vida. En primer lugar la puerta hermenéutica para el texto de Joel es la dinámica dada por el “día del Señor”. En esta primera parte del texto (1:1-2:11), el día del Señor, implica juicio para Judá; en la segunda parte significa juicio para las naciones y vindicación para Dios y su pueblo (2:12-3:21). Lo terrible y asombroso de ese día no está en su aspecto tenebroso cuando el sol y la luna retraen sus fuerzas, lo terrible está en el carácter mismo del Dios que actúa en ese escenario y marco temporal. En ese sentido, el nombre mismo del profeta (Joel) está para afirmar el carácter de Dios: “Yahvé es Dios”. En segundo lugar, el profeta es una persona que sufre su mensaje. No es un privilegiado que vive ausente de los conflictos. Para Joel, la vida diaria es escenario de la Palabra de Dios que lo encuentra, lo convoca y lo hace convocar a otros al magno evento: el accionar de Dios en la historia en actos concretos para darse a conocer. Es curioso que para la iglesia latinoamericana la figura del profeta sea más cercana a la de un vaticinador de desastres, que la de alguien que es tocado y convocado por su propio mensaje. Continuará. 


[1] La estructura general del libro está dada como una inclusión: A. Convocación a juicio (1:1-2:11); B. Arrepentimiento y restauración (2:12-32); A’. Convocación a juicio (3:1-21).
[2] El autor considera que las langostas son simple imágenes para hablar de una realidad militar, ver; ANDIÑACH, Pablo R, Joel: la justicia definitiva. En Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana No 35-36. Los libros proféticos, la voz de los profetas y sus relecturas. Ed, CROATTO, José. Quito-Ecuador, p 148-152, 2000.

lunes, 22 de julio de 2013

El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte X

 El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte X
El itinerario de un veterano. II
            convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 64
Cuarto consejo: déjate formar por las escrituras, (3:15-17). Esto es necesario por el origen de las Escrituras: ellas son inspiradas, sopladas por Dios, son su aliento, algo cercano, personal, único e irrepetible. Son el soplo de Dios para formar (Cp. Gen 2:7), para dar vida, crear al hombre. Por la utilidad de las Escrituras: la escritura sirve-es útil (3:16); enseña lo que debo creer, instruye como debo comportarme, corrige lo que no debo creer, y reprende la forma como no debo comportarme. Por el propósito de las Escrituras: hacer un hombre maduro, crear un hombre cabal y completo. La madurez aquí apunta a “toda buena obra”, es decir; a actuar la vida de fe en contexto. Por la relación que señala las Escrituras: una relación con una persona: Jesús; el apóstol vincula a este con el AT (las Escrituras). El estudio de las escrituras debe llevarme a un encuentro con Cristo, porque todo encuentro con la Palabra-Escrituras es un encuentro con Jesús. La escritura no puede convertirse en un fin en sí misma, tampoco es simplemente un manual de conducta que dice lo que está bueno y lo que esta malo; debe conducir a una relación con Dios (Cp. Dt 6:4). No puede haber relación con Jesús y conocimiento de él sino hay mediación de las escrituras (Jn 5:39 Cp. Lc 24:25-27).
            El contraste entre Timoteo, un hombre formado por la Palabra, de uno que no lo es, es evidente. Te lo expongo Samuel en el siguiente cuadro:
Contraste entre una persona formada por la Palabra y una que no lo es.
(3:1-9 Cp. 4:3)
Timoteo.
Los demás.
Era instruido en Justicia.
Eran crueles.
Era ejemplo.
Arrastraban a mujercillas.
Era obediente.
Eran desobedientes.
Seguía la verdad.
Resistían la verdad.
Era sabio.
Eran faltos de entendimiento.
Era salvo.
Irían de mal en peor.
Era maduro.
Eran intemperantes.
Un predicador maduro es aquel que responde bíblicamente ante cualquier circunstancia. La dinámica de la formación en este cuarto consejo es “toda” la escritura para “toda” buena obra. De esta manera el estudio de la escritura no promueve el quietismo, la mediocridad o pasividad; sino que invita a asumir un proyecto de vida teniendo como marco de referencia las Escrituras.
            Y así llegamos mi querido amigo al quinto y último consejo: comprométete con el ministerio de la predicación (4:1-6). A lo largo de la carta se ha notado la tensión entre “la predicación de Pablo” y la “predicación de otros”. La primera tiene como fuente las Escrituras y la segunda tiene como fuente las “palabrerías” (1:14), perdiendo así continuidad histórica y teológica con el AT. Cuando lo último pasa, si se ignora la historia y la teología, entonces se abren las puertas para la especulación, las revelaciones personales y las intuiciones del predicador de turno. Ahora, son varias las razones por las cueles se da este último consejo; 1). Timoteo debe estar comprometido con el ministerio de la predicación por el origen y propósito de las Escrituras: es la Palabra de Dios para guiar al pueblo de Dios; 2). Debe estar comprometido con el ministerio de la Palabra por la realidad del juicio: Dios juzgará y, tal vez, el juicio estará mediado por lo que se hizo o no con las Escrituras; 3). Por la apostasía inminente: habrá una “hermenéutica de la distorsión” que esbozarán los maestros con “mensajes y sermones a la carta”; al gusto del oyente. Debo advertirte Samuel que “apostasía” no tiene que ver, necesariamente, con templos vacíos, sino también con templos llenos y vidas vacías, carentes de la verdad de Dios; 4). A Timoteo se le manda a “sufrir el mensaje”: “soporta aflicciones”; parece que no se le augura “éxito” sino más bien sufrimientos por causa del mensaje; sin embargo Pablo le dice “se sobrio”, no pierdas la cordura, mantén el juicio.
Bueno mi estimado dos conclusiones para cerrar. En primer lugar está la relación que se establece entre las Escrituras, el AT en su tiempo, y Jesús. Son muchos los predicadores que ven hoy el AT como asunto superado, gastado y que no tiene nada que ver con nosotros, los cristianos, hoy. Esta postura, “semimarcionista”, dice que “el AT era el libro de la ley y el NT el texto de la gracia”; pero para Pablo, es obvio, que el AT lleva a Cristo. No se puede entender a Jesús sin las Escrituras y a estas sin Jesús.  En segundo lugar está la forma particular en la que se define hoy el concepto de “Palabra de Dios”, para la Iglesia en la historia, “Palabra de Dios” siempre significó un texto sobre el cual se reflexionaba y se predicaba: la Biblia. No obstante el concepto hoy ha mutado, y “Palabra de Dios” es la revelación o intuición del profeta o apóstol de turno. Por esto mí querido amigo predicador: ¡Revisa tu mensaje!, ¡Predica la Palabra!, ¡No pierdas la cordura!, ¡Se un hombre de las Escrituras! Fin.

lunes, 15 de julio de 2013

El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte X

El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte X
El itinerario de un veterano. I
            convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 63
Apreciado Samuel, en diálogos recientes me has contado, con emoción intensa, que estas yendo a muchos lugares a compartir tu experiencia como predicador formando de esta manera a otros. Ahora, frente a esta nueva etapa quisiera decirte tantas cosas, pero; dejaré que sea un “veterano” quien te hable esta vez. En la segunda carta a Timoteo “el veterano” apóstol Pablo habla al “novato” Timoteo y le trasmite, entre otros, cinco consejos que quiero que tomes en cuenta tanto como predicador pero también como entrenador de otros.  La carta es escrita en un ambiente emocional cargado de angustia y soledad; una situación de crisis (cp. 4:9). Los desafíos de Timoteo frente a la Iglesia y ante la muerte de su mentor son grandes: él debe enfrentarse primero consigo mismo (sus temores y cobardías, 1:3-8), luego, desarrollar su labor docente en la Iglesia haciendo frente a los falsos maestros, y asumir como en una carrera de relevos, la misión de su mentor (de quien recibe el testimonio). Las crisis de la carta son las siguientes: 1). Crisis emocional: expresada en el carácter Timoteo y la soledad de Pablo, 2). Crisis vocacional: se nota la deserción de algunos, 3). Crisis Moral: se describe el carácter del hombre promedio, 4). Crisis hermenéutica: se ve en la distorsión del mensaje: “apartarán el oído de la verdad”. Pero, veamos sin más preámbulos los consejos y el itinerario que el veterano le propone al novato.
            Primer consejo: discípula o enseña a otros (2:1-11).El llamado es a hacer con otros lo que Pablo ha hecho con él; lo desafía a involucrarse de manera intencional en un proceso pedagógico para formar a otros.  Esta tarea presupone una asignatura: “lo que oíste de mi” (el evangelio mismo); demanda un perfil de los alumnos: “fieles” (se refiere al ser) e “idóneos” (trata del hacer); y describe, a través de tres metáforas, el grado de involucramiento de Timoteo en esta tarea: debe tener la entrega de un militar, la disciplina de un atleta y la paciencia de un agricultor. Así mi estimado Samuel, Timoteo no es un conferencista o un catedrático, sino alguien que esta comprometido de tiempo completo con la formación de los suyos.
            Segundo consejo: ten en cuenta los tiempos (3:1-9). El apóstol le dice que sus tiempos son peligrosos, no porque habrá alguna catástrofe cósmica, o desastres naturales sino por el carácter de los hombres; el peligro no es natural sino moral. Pablo describe de manera vívida el carácter o la forma de ser del hombre de los últimos tiempos[1] cuyas características principales son el amor propio o el narcisismo y el amor por el dinero; es decir, el “yo” y la “billetera” determinaran la escala de valores. Por ello Pablo le dice a Timoteo que nos sea ingenuo. Entonces, el ministerio no lo llevamos a cabo en abstracto, sobre lo indeterminado, impreciso o vago; sino a personas inmersas dentro de una cultura y forma de pensar particular, se hace imperativo conocer los tiempos. No solo en términos morales, sino también las formas de dialogo para hablar de manera significativa hoy; tal vez por esta razón el apologeta cristiano del siglo XX Francis Schaeffer dijo: “cada generación de cristianos tiene este problema de aprender a hablar de manera significativa a su propia época”[2].
                Tercer consejo: “pero tú… persiste” (3:14).Hasta aquí y frente a esta realidad descrita, la tentación de claudicar está disponible. El apóstol ha descrito la crisis de la deserción; ha hablado de la “cultura del abandono” (Cp.1:15; 4:3,10). En la cultura del “úselo y tírelo”, de la servilleta, del desechable y lo cambiante; hay algo que no está sujeto al cambio, que no tiene fecha de vencimiento y es, la Palabra. Aquí, Samuel, se plantea una tensión con el anterior consejo: se un entendido en los tiempos (como es, piensa y actúa la gente) pero persiste en las Escrituras. Los tiempos cambian pero el texto de las Escrituras permanece. Así, el contexto no eliminaba, para Timoteo, la responsabilidad; él tenía un referente (1:5), un tesoro-legado generacional (las escrituras trasmitidas a través de la abuela y la mamá) que debía mantener.        
Debemos tener mucho cuidado con nosotros mismos y con las personas a quienes ministramos Samuel, debemos persistir para no caer en el lento pero dañino proceso de la decadencia espiritual, que se ilustra así: “para los abuelos la fe fue una experiencia vital. Para los padres la fe fue una herencia preciosa. Para los hijos la fe era una conveniencia. Para los nietos la fe es un fastidio”[3]. La persistencia nos invita a tomar partido, a no quedar neutrales frente a las diferentes circunstancias de la vida, a dar la pelea, a marcar diferencia y a sentar posiciones porque, como lo expresara metafóricamente Dante: “los lugares más ardientes del infierno están reservados para aquellos que, en tiempos de gran crisis moral, mantienen su neutralidad”[4]. Continuará.


[1] Los últimos tiempos o días en el NT hace referencia al tiempo entre la llegada del Mesías y la consumación de los tiempos (Cp. Heb 1:1-3).
[2] SCHAEFFER, Francis, Huyendo de la razón: un análisis penetrante del hombre moderno. Ediciones Evangélicas Europeas- Barcelona, 1969, p 9.
[3] MARTINEZ, José Luís, 503 ilustraciones escogidas. Casa Bautista de Publicaciones-El Paso (Texas), 2007, p 20.
[4] ALIGHIERI, Dante, La divina comedia. Universidad de Puerto Rico- Puerto Rico, 2005, p 32.

lunes, 8 de julio de 2013

¿Entiendes lo que lees?

¿Entiendes lo que lees?
 Una propuesta práctica para la lectura del libro de los Hechos
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 62
El encuentro de Felipe con el etíope es revelador y propositivo (Hech 8:26-39): revelador porque, ante la lectura del texto de Isaías referente al siervo sufriente que el etíope hace y la imposibilidad de este para saber con certeza la identidad del personaje del texto en cuestión; Felipe hace del texto una lectura “cristológica”; es decir, aplica este texto a la experiencia de Cristo. Pero el texto es también propositivo porque está diciendo, Lucas, que a Cristo se le debe entender a partir de la experiencia profunda con la historia de su pueblo Israel. Jesús es el “siervo sufriente” que asume la tragedia de Israel y las naciones para traer sanidad y restauración (Is 52:12-53:13). El resultado de esta escena es el bautismo del etíope afirmando con ello su conversión. Ahora, en narrativa las preguntas son para el lector, al lector Lucano se le desafía con la pregunta ¿Qué impide que seas bautizado? Ya se ha dado el mensaje y hay agua. Pero, el texto de los Hechos plantea desafíos para su lectura y la pregunta, ¿entiendes lo que lees?, se convierte en reto para los “Felipes” y los “etíopes” de hoy.
            Con temor a ser demasiado simple, el mensaje del libro de los Hechos lo podemos resumir así: continuación de la obra de Jesús a través de los apóstoles por el poder del Espíritu Santo. Este mensaje se va a desarrollar en el libro tomando la estructura geográfica del testimonio apostólico: Jerusalén, Judea, Samaria y, hasta lo ultimo de la tierra (1:8). La estructura geográfica no solo muestra el sentido concéntrico de la misión sino también su carácter universal; mientras los apóstoles piensan, de manera reducida, en Israel; Jesús piensa, de manera amplia, en toda la tierra.  Un asunto es bastante claro hasta aquí: la misión tiene impulso neumatológico (se hace en el poder del Espíritu), mensaje cristológico (se predica de Cristo) y propósito eclesiológico (formar iglesia). La primera parte del texto trata del testimonio en Jerusalén (1:1-8:1). La iglesia aquí tiene un tinte bastante judío, empieza a gestarse en las instituciones del pueblo en mención por la sencilla razón de que este pueblo había sido recipiente de la “bendición a las naciones”; a lo que Brueggemann[1] llamó “el escándalo de la particularidad”. No obstante, se notan algunos rasgos de discontinuidad. 1). El bautismo del Espíritu como experiencia igualadora, como cumplimiento de viejas promesas de restauración; 2). La critica que se hace a la institución del templo porque este no  sirve para solucionar un problema de nacimiento sino para promocionar el Status Quo, en contraste con esto, el nombre de Jesús trae liberación y abre horizontes para la vida y, 3). El mensaje de Esteban, un repaso de la historia del pueblo judío con sabor cristológico, termina con una aplicación (acusación) directa contra el sanedrín. Esteban termina apedreado porque tuvo el valor de “sacarle la piedra” a estas personas. Así termina esta sección, con un hombre que vivió para predicar un sermón, termina con un sepelio. Quién iba a creerlo, semejante promesa de la predicación termina muerto por su mensaje. De esta manera termina, aunque no se agota, la sección del texto de los Hechos que describe el testimonio en Jerusalén.
La muerte de Esteban hizo parte de una gran persecución de los cristianos en Jerusalén, esto produjo migraciones de los mismos a diferentes partes del imperio llevando consigo su fe en el Mesías y proclamándolo como Señor. Así inicia el testimonio en Samaria y Judea (8:2-12:23). En esta sección encontramos, por lo menos, cuatro eventos importantes; 1). La conversión del etíope ya explicada en la introducción, 2). La conversión de Saulo de Tarso: un perseguidor se hace perseguir por la fe que tanto atacó, 3). El cambio de paradigma que el Espíritu produjo en Pedro frente al hecho de Cornelio. La pureza, según este hecho, “no tiene que ver con lo étnico, lo geográfico o lo ritual, sino que es don de Dios para todos los que creen en Jesucristo”[2], 4). La muerte de Jacobo a manos de Herodes Agripa. De esta manera termina la segunda sección del libro, al igual que la primera, con un muerto; un sepelio.
La tercera parte del texto, el testimonio “hasta lo ultimo de la tierra”, inicia en el capitulo trece y va hasta el final del libro (13-28). En esta sección se resaltan los tres viajes misioneros del apóstol Pablo; dentro de esto,  hay varios eventos para resaltar; 1). La Iglesia en Antioquía como modelo de envío de misioneros, 2). El concilio de Jerusalén que sentó las bases para “una teología de la inclusión” dada la conversión de los gentiles, 3). La predicación en Filipos como entrada del evangelio a “Europa” 4). El encarcelamiento de Pablo y la predicación de este en Roma como muestra de la llegada del testimonio “hasta lo ultimo de la tierra”. Así termina la tercera sección del texto.   Quisiera concluir con una propuesta para “entender lo que leemos” en el texto de los Hechos. En primer lugar el Espíritu, como cumplimiento de viejas promesas, no viene para que se hable de él sino para empoderar a los discípulos para que se hable de Cristo; esto es impulso neumatológico, pero mensaje cristológico. En segundo lugar  notamos que la tercera sección no termina con el patrón de las anteriores: muerte; tal vez, el autor nos esté sugiriendo que, la misión en el poder del Espíritu es siempre inacabada y que, si asumimos el testimonio cristiano con todas sus implicaciones, uno de nosotros puede ser el próximo muerto. Fin... ¿Entiendes lo que lees?


[1] BRUEGGEMANN, Walter, Teología del Antiguo Testamento: un juicio a Yahvé. Sígueme-Salamanca. 2007, p 98, 443, 524.
[2] SOSA, Carlos R, Pureza e impureza en la narración de Pedro, Cornelio y el Espíritu Santo en Hechos 10; en Kairós No 41/Julio-Diciembre 2007, p 55-78.